La Gran Boda Japo 1

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Por fin están aquí las fotos. Hay veces en la vida en la que los planetas se alinean. Una de tus mejores amigas se casa, decide hacer una boda divertida y sin formalismos y te propone una decoración fuera de lo habitual en la que puedes disfrutar, y mucho. Así fue la Gran Boda Japo.  Rocío y Ortega (Antonio, pero todo el mundo lo conoce y reconoce por su apellido) son amigos nuestros desde hace mil y probablemente sea una de las parejas más divertidas del repertorio. Cuando nos dijeron que se casaban fue sorpresa máxima: ¿Cómorrrr? ¿Qué os casáis? No por nada, sino porque ellos siempre habían dicho que si se casaban lo iban a hacer casi en secreto y con una comida de 30 personas. Pero ¡ay amigos! Nada que ver con lo que realmente pasó.

Os ponemos en antecedentes:  ninguno de los dos es japonés ni por asomo, ni familia, ni amigos ni nada de nada. Pero les encanta comer con palillos, ver pelis de Totoro y los makis de atún rojo. Y tenían claro que se iban de viaje de novios a Japón, a dónde si no. Así que la temática de la boda, no podía ser otra. Nos pusimos manos a la obra y así fue la Gran Boda Japo malagueña este pasado 5 de septiembre.

El Candado Beach fue el lugar elegido para la ceremonia y el banquente. Una ceremonia ‘oficiada’ por uno de los amigos del grupo que hizo las veces de maestro de ceremonias, risas (evidenciadas en las fotos), lagrimas y aplausos no faltaron. La playa de fondo y el atardecer de septiembre, hicieron el resto.

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Como veis, tuvimos hasta invitados sorpresa (holi familia playera!) que desde la playa no quisieron perderse ni un detalle de la Gran Boda Japo.  Ya fuimos contando y dando algunas pistas sobre la protagonista, que sin dudarlo, había sido la grulla de origami que nos había acompañado en todo el diseño previo y luego en la ceremonia y banquete. Construimos un pequeño altar para la ceremonia, nada muy pesado, ya que la playa de fondo y las palmeras tenían suficiente presencia. De él colgamos grullas voladoras que servían de telón de fondo, colocamos también unas pequeñas sombrillas entre las sillas para dar un toque de color y paniculata, nunca puede faltar en una boda bonitista. Algo sencillo, pero con encanto.

Tras la ceremonia, el cóctel. Al aire libre y bajo guirnaldas de luces. Un cóctel en el que no podía faltar el sushi, como fue tan especial, decidimos también preparar minutas que dejamos por las mesas con todo lo que iba llegando en bandejas. En un marco de puerta vintage, colgamos nuestro seating plan acompañado de grullas, cómo no. Además, preparamos también bolsitas de arroz y confeti con papel craft y una caja llena de paipais la mar de orientales.

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Y como tenemos tantísimo material, vamos a ser malas malísimas y la semana que viene os enseñaremos el resto. La cena, los regalos, el concierto de rock, la mesa de chuches (¿recordáis las sushichuches?)  y unos fotones de los novios que merece la pena compartir.

Las fotos son de Dafne&Cloe, el vestido de Rocío es de Otaduy y las peinas de golondrinas de Cherubina, el traje de Ortega (que no se nos enfade) es de Hugo Boss y el lugar, precioso, el Candado Beach en Málaga. El diseño y montaje…¡bonitista! 😉

Qué tengáis un buen día y nos vemos mañana con más cosas y más boda japo … la próxima semana 😉

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