Una fábrica convertida en loft que te va a hacer llorar de emoción

Y en realidad de la envidia también, pero acabamos de empezar el mes de febrero… y empecemos con buenos sentimientos, ¿no? Y nosotras que pensábamos que lo de convertir una fábrica en un hogar solo ocurría en las películas, vamos y nos topamos con este loft sacado de «la manga» de una antigua fábrica textil. Eso sí, para verlo (o tenerlo) hay que irse a Philadelphia (muy buen queso de untar…¡era imposible no hacer la broma mala!).

La dueña se llama Liz y es una señora con un estilazo que te caes de espaldas y que trabaja en una tienda de objetos vintage y de segunda mano. La chiquilla ha convertido esta antigua fábrica de Northern Liberties en un loft súper luminoso y con un rollazo que quita el hipo. Hasta los antiguos maniquíes los usa como decoración (cosa que cualquier hijo de vecino tiraría al contenedor sin más…). Le ha quedado tan cuqui el apartamento(azo) que le han dedicado un «house tour» en Apartment Therapy (amamos esta web).


Hasta las escaleras ahí apoyadas en la pared le han quedado monas a Liz, es lo que se llama tener estilo y que el loft/fábrica no parezca una leonera.

Alucinamos con la manera de distribuir los espacios, la mezcla de muebles de Ikea y piezas vintage, que tanto recomienda todo el mundo pero que luego es más complicado de lo que predican llevarlo a al práctica, y la cantidad de plantas.

Pero si crees que ya lo has visto todo… guarda un poco de babilla porque aún hay más: la habitación del loft es una auténtica maravilla. Por las fotos, no tenemos muy claro por dónde se accede (y vale que esas escaleras un día que llegues piripi son más peligrosas que yo en las rebajas de Zara y a principios de mes), pero la mezcla de texturas y materiales nos parece bonitismo puro. Y qué decir del vestidor… y ¡oh! ¡wait! ¿esa es su colección de pantalones vaqueros?

Todas las imágenes son de Carina Romero para Apartment Therapy donde podéis ver más fotos de la casa

Así que amiguis, seguro que si hoy pasáis por algún polígono a las afueras de vuestra ciudad y veis una fábrica abandonada… seguro que ya la miraréis con ojitos golosones.

¡Quién sabe! ¡Hasta mañana!

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