Maldito cáncer, benditas tetas

Ahora con el embarazo, me han crecido las tetas hasta unos niveles insospechados. Desconozco si esto va a seguir aumentando y si es así, creo que voy a terminar cayéndome hacia delante en un descuido. Este hecho (común en muchas de vosotras), me ha hecho reflexionar y pensar en tetas. Eso y que desde el último 19 de octubre (el del año pasado), mi relación con el cáncer de mama se ha estrechado, en este último año hemos sido, incluso, familia. Siempre ronda por ahí, siempre estrecha lazos con amigas y conocidas hasta que llama a tu puerta y pasa a tu casa con toda la tranquilidad del mundo. Se sienta en tu sofá y se queda a vivir una temporada en la familia, sin preguntar y sin avisar previamente, así de sopetón… -Pues hala, venga, pasa majo… pero no te pongas muy cómodo, que vamos a hacer todo lo posible por que te vayas prontito.- Y en esas andamos.

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Las tetas dan de comer, botan, se enseñan, se esconden, duelen, se rompen y le salen estrías, algunas tenemos dos, una o ninguna. También se caen, se operan, se odian y se las desea, tatuadas, con cicatrices, con pelillos, separadas o juntas. Crecen y menguan a su ritmo, morenas o blancas como la leche, las tetas miran hacia arriba, a los lados o hacia abajo… las tetas son importantes y a la vez insignificantes. Nadie es más mujer por tenerlas o no tenerlas, no es condición para nada ni para nadie, pero ahí están (o estuvieron)… y son (o fueron) las nuestras.

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No se os escapa que hoy es 19 de octubre, día Internacional del cáncer de mama y hay un dato que nosotras queremos resaltar sobre cualquier otro. Más del 90% de las mujeres que lo padecen, sobrevive. Y esto no podemos hacer otra cosa que celebrarlo.

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Cualquier enfermedad es terrible, cualquier cáncer es un tsunami que te pone patas arriba el mundo. El escalofrío de la nuca no hay quien te lo quite por muchos datos esperanzadores que te den. Pero el de mama tiene algo diferente y no solo por su alta incidencia, sino porque ataca a tus células y a tu autoestima, a tus ganglios y a tu feminidad, casi, a partes iguales.

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Pero el post de hoy no es de queja ni de pena, tampoco de homenaje ni de aplauso. Nadie elige luchar, se sale adelante porque no hay otra, como se pueda y con lo que se pueda. Es un post de realidades como tetas (o puños), de reflexiones de un 19 de octubre de 2018 que me sitúa ya tan lejos de la misma fecha de hace un año.

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Eso sí, es un post de homenaje a todos los profesionales que nos encontramos en el camino, a los que investigan con los cuatro duros que hay y a los que le echan horas y ganas para que la cicatriz se note lo menos posible. A todos ellos, a todos vosotros, muchas gracias.

Hoy, permitidnos que cerremos este post (un tanto incoherente, maybe) con una foto que ya hicimos hace un par de años y que, aunque muchas cosas han cambiado desde entonces, el mensaje sigue teniendo la misma fuerza que entonces.

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Feliz viernes, feliz vida y felices tetas para todas. Nos vemos el lunes.

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