Si uno de tus propósitos de este 2018 es ahorrar, este post es para ti. No hay que negar la realidad: nos estamos haciendo mayores. Y de repente nos da por pensar en si tendremos pensión cuando nos jubilemos (Hola Celia Villalobos), en si algún día nos podremos comprar una casa o qué será de nosotros si un día nos quedamos sin trabajo. Nosotras somos muy fan del que me quiten lo bailao, pero de repente también nos da por mirar nuestra cuenta corriente y ver cómo ahorrar es casi misión imposible.
Y en esa dicotomía existencial monetaria estábamos cuando de repente, un amigo nos hablo del kakebo. Kake-what? El kakebo es un método de ahorro japonés lleno de bonitismos y que hace que parezca más fácil lo que creíamos una misión imposible.
Sobra decir que nosotras siempre hemos sido más de letras que de ciencias y todo lo que tiene que ver con sacar la calculadora nos echa para atrás. Pero estamos madurando, así que nos hemos lanzado a la aventura de ahorrar y vamos a por todas. Desde hace cinco años, Blackie Books edita el Kakebo. Es como una agenda pero ahorrar, con todo tipo de dibujitos y listas, que a nosotras nos encanta. Se ve que hay mucha gente que quiere ahorrar, porque el Kakebo está agotado.
¿En qué consiste esto del kakebo?
Lo primero que aprendes con el kakebo es a establecer un presupuesto mensual. Cada primero de mes debes anotar cuáles son tus ingresos y cuáles son tus gastos fijos. Esto que parece tan sencillo, nosotras nunca lo habíamos hecho. ¿Qué son gastos fijos? El alquiler, el teléfono, la luz, el agua, internet, Netflix…
Una vez que tienes anotados tus gastos fijos, haces una resta sencilla y así obtienes tu presupuesto mensual. Ahora toca decidir, ¿quieres quitar desde principio de mes una cantidad de dinero de ahorro o no? Esto dependerá del presupuesto de cada uno.
Cada día debes anotar cuáles son tus gastos divididos en cuatro categorías: supervivencia (alimentación, transporte, gastos de mascotas), ocio y vicio (restaurantes, bares, tabaco, ropa, cosméticos…), cultura (cine, teatro, libros) y extras (regalos, viajes, gastos inesperados). Sí, aunque alguna pensará que anotarlo cada día es muy de 1900 y una esclavitud. Lo cierto es que te obliga a tomar conciencia de en qué se te va el dinero. Nuestro consejo: dejar el Kakebo en la mesita de noche y rellenarlo cada noche antes de ir a dormir. Durante el día puedes apuntarte en el móvil lo que gastas y luego rellenarlo.
Así cada semana vas rellenando tu gasto diario y cuál es tu gasto semanal en cada categoría. A final de cada mes te tocará hacer balance y podrás ver cuánto has ahorrado (o no). Además, a principios de mes puedes ponerte objetivos mensuales y luego reflexionar sobre si los has cumplido o has fracasado estrepitosamente.
Igual esto suena a libro de autoayuda, pero conocerse es el primer paso para cambiar rutinas y crear nuevas. Nosotras lo hemos hecho durante el mes de enero y la verdad es que estamos muy contentas del resultado. Sabemos que requiere constancia, pero nos está ayudando a ser más conscientes de cómo podemos optimizar nuestro presupuesto y sí, también nos hace pensar más y mejor en qué gastamos el dinerinchi.
Curiosidades varias que también nos encantan. El kakebo lo inventó Motoko Hani en 1904 (tenía razón nuestra amiga en que era un método muy de 1900). Motoko Hani fue la primera periodista japonesa, que fundó la revista femenina más antigua del país: La compañera de la mujer, que aunque su nombre nos puede chirriar un poco, tiene mucho de empoderamiento femenino. En esta revista, se daban pistas para que las mujeres controlasen la economía doméstica y de alguna forma buscar su independencia. Dentro de una cultura tan tradicional como la japonesa fue toda una declaración de intenciones.
Como de momento está agotado o si sois más de excell, os dejamos un link gratuito para que os lo descarguéis. Es de 2014, pero os sirve igual.
Como nos vaya bien, igual nos véis el año que viene con Matías Prats diciendo eso de «Yo soy ahorrador (y bonitista)».
¡Feliz martes!