Y aunque lo pueda parecer por el título, no, no vamos a hablar de Risto. El post de hoy está dedicado al sofá más icónico de todos los tiempos: el Chéster. ¿Sabéis algo de su historia? Nosotras hemos hecho los deberes y hemos averiguado cosas como que fue creado a principios del siglo XIX para los elitistas clubes de caballeros londinenses. Al menos ese es el dato documentado porque la leyenda nos lleva al Conde de Chesterfield (de ahí su nombre) y su objetivo por tener un lugar donde sentar a sus amigotes lo suficientemente erguidos como para que no se les arrugasen los trajes impecables.
Así que el Chéster tiene origen aristocrático, pero al parecer al tiempo fue pasando a la burguesía y el tener un sillón de estos se convirtió en un signo del poderío económico de su propietario. Y del sillón al sofá y de Inglaterra a la alta sociedad americana…y finalmente a los hogares de medio mundo.
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Con su clásica espalda de capitoné y su tradicional color (desde el granate al mostaza) desgastado, el Chéster se ha convertido también en un icono vintage en decoración que casa perfectamente con el estilo boho, el industrial o rockero. Mezclado con otro sofá o sillón de terciopelo nos encanta… y con alfombras étnicas ya nos morimos del amor.
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Es cierto que no son baratos y que el «siglo Ikea», a una generación nos cuesta gastar ese tipo de cantidades de dinero en un sofá o sillón, pero no podemos negar que es una pieza para toda la vida… Vale, igual sufrido sufrido no es y tampoco es para tener a niños saltando encima… pero nadie dijo que el señor Chesterfield pensase en todo eso cuando mando a hacerse un sillón.
¿Os gusta el Chéster? ¿Alguien lo tiene por casa o lo tiene en el hogar de sus sueños?
Feliz viernes y nos encontramos el lunes, familia.