Es curioso que, hasta la fecha, hayamos escrito dos posts sobre tatuajes y ninguna de las tres tenga ninguno. En mi caso, tengo con los tatuajes una relación de amor/odio tremenda. Los veo y me encantan, escribo posts como este imaginándome cómo estaría yo con uno así… pero luego soy incapaz de pasar de la imaginación a la acción y me digo a mí misma: vas a estar fatal. Pero, al margen de conversaciones con una misma, se me ha vuelto a abrir una nueva ventana al mundo del tatuaje y ha sido gracias a los tatuajes florales. Ramos, ramilletes, colores y texturas para convertir la piel en un auténtico estampado. A ver qué te parece…
Si algo tengo claro, es que si me hiciese un tatuaje sería de colores. Pero como el libro de los gustos tiene más páginas que la guía telefónica de Barcelona (¿existen aún las guías?), imagino que en este punto habrá controversia. Sea como sea, lo cierto es que tatuarse tiene algo de trascendente que pasa más allá de lo estético… pero si de estética y belleza hablamos, no hay nada más bello que tatuarse flores.
Vía 1 // 2 // 3 // 4 // 5 // 6
En ramillete, tipo enredaderas o incluso de pega… las flores no solo funcionan en casa en un jarrón o en estampados de cretona inglesa, sino que en tatuajes son la caña. Da igual el tamaño, la cosa es «llenarte» de flores.
Vía 1 // 2 // 3 // 4 // 5 // 6
¿Conocíais los tatuajes florales? ¿Tenéis alguno? Contadnos qué os parecen y si os haríamos uno de ellos… pero lo más importante: ¡disfrutad del viernes y del finde!
Nosotras, volvemos puntuales el lunes con más temas.
ME encantan! Aunque yo los tatuajes solo en tinta negra 😉