Han pasado casi nueve meses y aún hoy cuando escuchamos Hoppípolla de Sigur Ros, nuestra cabeza viaja directamente a una tarde calurosa (viva el terral) de julio, al Castillo de Santa Catalina y una emoción nos recorre todo el cuerpo, dejándonos una sonrisa enorme. Ese 18 de julio tuvimos la suerte de ser invitadas a una boda preciosa de dos muy buenos amigos que son el amor (amar) y aunque nuestra aportación bonitista a la boda fueron nuestros cuerpos serranos, queremos compartirla con todos vosotros, porque el amor, es para compartirlo.
Javi y Guille son los novios de este bodorrio. Si por ellos fuese, hubiese durado toda la vida. Y algo de ese día, efectivamente, durará para siempre. El sitio elegido fue el Castillo de Santa Catalina en Málaga, una maravilla que conecta el pasado con el presente y con las mejores vistas de Málaga. La verdad es que con un sitio tan espectacular, poco más se puede hacer para llenarlo de magia. Pero ellos dejaron su detalle personal con un tema, que no podía ser más acertado: superhéroes, y es que el amor en estos días casi parece cosa de ciencia ficción.
Todos los invitados encontraron en su mesa dos regalos: una foto de la historia de los auténticos héroes de aquel día, que de alguna forma nos contagiaban con sus poderes extraños para toda la noche (y la vida). La foto iba acompañada de una pinza pintada a mano por uno de los mejores amigos de los novios, que además dio uno de los discursos más entrañables de toda la historia de las bodas. El segundo regalo era una chapa, diseñada por Pedrita Parker, con el mensaje de la noche: «We can be Heroes». Bowie hubiese firmado por estar allí.
Como Photocall contamos con una invitada especial: Josefina, una furgo que nos recordaba a Moonrise Kingdom, otro mundo mágico, donde el amor sí triunfa. Durante el baile, ¡más regalos! Una vuelta a nuestra infancia con los mejores recuerdos, pero sobretodo mucho baile, que sí, que los superhéroes también bailan.
Las fotos son del maravilloso José Bernal, que supo captar como sólo él sabe la magia de un día inolvidable, donde todos nos sentimos héroes, aunque fuese sólo por una noche.