Una camarera de Ikea para gobernarlos a todos

Hoy no vamos a hablar de uno de esos flechazos locos que nos dan cada dos por tres. Hoy vamos a hablar de un amor para siempre. Venga, vale, puede que sí, que empezara como un amor a primera vista, pero esto viene de largo. Todo empezó con un catálogo. Allí ya vimos que había potencial para ser algo más que un flechazo. Continuó con su foto repetida en cada blog, en cada rincón de internet. Era muy difícil no tropezar con su imagen en Pinterest y no tararear «ave maría, cuando serás mía». Y el encuentro en persona, eso sí que fue un match y no los de Tinder. Os hablamos de la camarera de Ikea, de nombre sueco RÅSKOG, que nos parece un imprescindible en cualquier rincón. Deberíamos cambiar el refrán «eres más apañao que un jarrillo de lata» por «eres más apañao que una camarera de Ikea», porque es que esta camarera sirve para todo. Y claro, como no nos vamos a enamorar, si es que no lo pone en bandeja (en tres para ser exactos).

mini-bar

Por ejemplo, que te quieres montar tu mini-bar en casa, pero no eres nada de mueble bar. Ahí está la señora camarera para crearte un rincón la mar de mono y un poquito alcohólico.

estudio

Que necesitas poner orden en tu estudio, ahí vuelve aparecer ella con millones de soluciones prácticas para sembrar el cosmos entre tanto caos.

camarera-ovillos

Y ojo, que no sólo sirve para papeles, que también viene la mar de bien para tener bien colocaditos tus ovillos, tus telas y todos tus útiles de costurera.

tallerdiy

Que no eres tanto de coser, pero sí una fanática del DIY. Ella siempre tiene la solución.

bebote

Y claro, la cosa va tan viento en pompa, que decides ampliar la familia y eso, ella tampoco se lo pierde. Una solución la mar de práctica para tener todas las cositas del bebé (pañales, cremitas, zapatitos y chupetes) bien colocaditas y siempre a mano.

Vamos, que si no tienes una, es porque no quieres, que opciones para darle un lugar en tu vida no faltan.

Por cierto, esto es una sincera carta de amor y respeto a la señora RÅSKOG. Los amigos suecos de Ikea no tienen nada que ver (vamos, que no vamos a ver ni un duro ni unas albóndigas por este post). Pero es que ¿no creéis que se lo merece?

¡Feliz martes!

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