Una de cada ocho mujeres tiene, tendrá, tendremos… cáncer de mama en algún momento de nuestras vidas, según la Asociación Española contra el Cáncer. ¿Miedo? Puede ser. Porque me pasará a mí, le pasará a un amiga, a mi madre, tía, hermana o a alguna de vosotras. Parece una amenaza, y realmente lo es. El cáncer es la amenaza a la que nos enfrentamos en el mundo desarrollado del siglo XXI, sabemos que llegará de una u otra forma, más cerca o más lejos de nosotros pero algún momento llamará a la puerta. Existen armas para luchar contra él, pero probablemente no las suficientes aún. Al rechazo generalizado que producen las pruebas preventivas, le añadimos listas de espera, recortes en sanidad, casos en los que el cáncer supera a un escuadrón del ejercito de la antigua Roma…
Hoy es el Día contra el cáncer de mama y lo veréis todo a vuestro alrededor de color de rosa. No porque la enfermedad lo sea, sino porque es el color que se eligió hace muchos años para luchar pública y socialmente contra esta enfermedad. Llevar un lazo rosa en la solapa no va a curar a ninguna de vuestras, nuestras, conocidas. Tampoco lo va a hacer este post. Pero aún así tenemos claro, que el rosa… es más que un color.
Y lo es porque ha conseguido unir a las mujeres de todo el mundo con un objetivo común: amiga, mami, tita… no pasa nada por tener un solo pecho, ninguno, tener los pezones tatuados, por llevar peluca o turbante. No por ello eres menos mujer, ni se te ocurra que te pase ni una sola vez por la cabeza.
¿Miedo? Después de mirar a nuestra alrededor, creo que no podemos permitirlo por todas las mujeres que tenemos cerca y han vencido al cáncer (los últimos estudios rondan el 90% de curación) y también por las que no lo han logrado pero han luchado hasta el final. ¿Nuestras armas? Prevención y diagnóstico precoz (según recomendación de la OMS*).
Quizá el caso más reciente y más sorprendente por su juventud sea el de la conocidísima bloguera Belén de Balamoda. Desde luego, nos dejó a todos sobrecogidos cuando lo compartió con sus lectores. Ahí solo pudimos «quitarnos el sombrero» (metafóricamente) y corear: ¡vaya tía valiente, puñetera! Sabemos que como ella hay muchísimos más casos dignos de mención, de compartir y llenos de inspiración para el resto de mujeres que aún no sabe cómo afrontar el día para que se convierta en el primero del resto de sus vidas en la que ellas tomen el control, y no el cáncer.
Estaremos encantadas de que compartáis con nosotras vuestras impresiones, reflexiones, historias y miedos, ¿por qué no? Ya sabéis, el rosa… es más que un color.