Halo! No, no he sufrido un brote disléxico, halo es hola en bahasa indonesio, porque muy a mi pesar, he vuelto a casa tras unas semanas inolvidables en Indonesia. Quiero intentar no ser muy pesada ni monotemática para no convertir este blog en mi diario de aventurera (que tampoco lo soy tanto). Pero sí me gustaba la idea de empezar mi particular y tardía vuelta al cole con algunos descubrimientos que he hecho durante este viaje. Puede que sean consecuencia del destino, de la experiencia de viaje, de la lectura de Hacia Rutas Salvajes (gracias Alex Supertramp) o de mi misma, pero estos son mis souvenirs de Indonesia.
No disfrutamos lo suficiente del atardecer.
¿Cuándo fue la última vez que te tomaste 10 minutos para ver como cae el sol? Probablemente ese momento te pille dentro de una oficina, en la que entras de noche y sales de noche. Nuestros horarios laborales y la manera en la que hemos concebido nuestra vida urbana han olvidado que el mejor reloj que existe es la luz y deberíamos saber sincronizarnos. El poder disfrutar de cada atardecer a diario con una Bintang fresquita y plantearme qué hago el resto del año perdiéndomelo, ha sido una de las grandes preguntas que ha vuelto en mi maleta.
El auténtico significado de la palabra necesitar.
No voy a soltar el discurso naif de que en países como Indonesia la gente no necesita tanto para ser feliz. Eso sería un debate para otro tipo de blog. Pero yo sí he descubierto que no necesito todo lo que tengo para serlo. He pasado tres semanas con una mochila de 7 kilos. He repetido look (tengo un vestido que casi anda solo). Y no ha pasado nada. Nos pasamos la vida (y asumimos la parte de culpa desde este blog) siguiendo recomendaciones de tendencias, pensando que necesitamos la última prenda de moda. Pero la palabra no es necesitar. No necesitamos 30 looks diferentes al mes, necesitamos más seguridad en quienes somos más allá de lo que llevemos puesto.
Una sonrisa es el mejor idioma.
La cultura indonesia no lleva bien el enfrentamiento ni la discusión, por eso afrontan cualquier conversación y situación con una sonrisa y buen humor. Es el mejor idioma, puedes que no entiendas nada de lo que te estén diciendo, que puedas asumir que están tratando de engañarte en ese regateo continuo, pero si sonríes y hasta te ríes, ya tienes parte de la conversación ganada. Quizá si en nuestra vida diaria sonriésemos y riésemos más, nos iríamos con menos disgustos a la cama.
El paraíso no está en la vida que conocemos
No sé si es la ciudad, la sociedad, el sistema, nosotros mismos o una combinación de todos ellos. Pero no vamos a encontrar el paraíso en nuestro tipo de vida. Al menos no yo. Esta vida no es el mejor lugar para vivir (con mayúsculas). El ritmo de vida urbano, el tráfico, la presión social por «hacer cosas» y tener la agenda repleta de planes nos han llevado a un estrés del que no es fácil saber escapar. Para mí, el paraíso no es sólo un lugar, es ser capaz de alejarse de esa necesidad (otra vez la palabra) de tener que estar haciendo cosas que llenen nuestro feed de Instagram y nuestro vacío existencial.
Estos son algunos de los souvenirs que me he traído de mi viaje a Indonesia, igual con el tostón que me he marcado, hubiera sido mejor traer unos imanes.
¡Feliz martes!
¡Qué bonito Auxi! Qué razón tienes y que souvenirs más bonitos de Indonesia. Suscribo todas y cada una de las palabras, y pienso esto mismo cada vez que me tomo unos minutos para pensar qué hago con mi vida, palabrita de niña viajera 😉