Reconozco que hay ciertas cosas (superficiales) que me hacen mucha ilusión de la maternidad. Pensar en la llegada de los Reyes Magos, los disfraces del cole y los juguetes de los niños son cosas que me fascinan. Por eso, y de ahí este post, cuando supe que esperaba un bebé y en una de las visitas a Ikea… no pude parar de mirar a la famosísima cocinita Duktig. Vamos, no me la llevé a casa por aquel entonces de puro milagro… porque tuve un poco de cabeza y pensé que para que quería en plena cuarentena un juguete de tal envergadura en nuestro mini piso (menos mal que no lo hice, durante los primeros meses de Manuela nuestra casa era un tetris, pero esa es otra historia que igual da para otro post).
No lo hice entonces, pero lo haré. Manuela aún no se pone de pie y su juego preferido es tirar al suelo todo lo que pase por su mano, así que de momento no tiene mucho sentido que semejante trasto ande ya por casa, pero tú y yo y todo el mundo sabe que ese día llegará y ya está cada vez más cerca, juas juas juas (risa maligna).
¿Quién no daría su reino por una cocina así a tamaño real, verdad? Vale que es un currazo, pero con unas manitas de pintura, unos tiradores a modo de «botones» de la vitrocerámica, papel pintado o unas cortinas la Duktig parece otra.
Estos otros «tuneos» son ya nivel pro, la reconvertida en barbacoa o bistro nos parece una maravilla y lo de los complementos en dorado es puro amor. Así que a este paso y con este post…en breve llegará la Duktig por casa, quizá se la pediremos a estos Reyes Magos (Manuela tendrá 10 meses, igual poco todavía, ¿no?).
¿Tenéis la famosa cocinita para vuestros hijos? ¿Os animáis a tunearla?
¡Feliz viernes y nos encontramos el lunes por aquí!