Hoy es mi cumpleaños y sí, acepto felicitaciones. Felicitaciones, globos, velas, aplausos y lo que se tercie, porque aunque cumpla 36 añazos, sigo celebrando mi cumpleaños como la que más.
Me encuentro a menudo con comentarios tipo «¿ y sigues celebrando tu cumpleaños?», no sé, como si a partir de cierta edad ya no tuviese mucha cabida hacerlo. Es verdad que vivimos en la permanente era del «no me da la vida», del «no tengo tiempo» y del «me da pereza montar un follón», pero amiguis, como en los concursos de TV…»aquí hemos venido a por el bote».
Así que mañana he reunido a unos cuantos amigos, niños incluidos, nada de muchos bonitismos (ya me gustaría pero para eso sí que no me la vida). Sillas de playa, manteles de papel y varias tortillas de patatas de mi madre (maravilla, boccato di cardinale) en los bajos de mi urbanización, pero oye… ¡que viva la tortilla y el filete empanado!
No necesito mucho más, una tarta casera con una vela y a celebrar que estamos. Cualquier excusa me vale para celebrar y para quedar con amigos, algo mucho menos frecuente de lo que me gustaría.
Total que cumplo 36 y hace unos años para mí esta edad era la «viejunidad» más absoluta, pero oye, que tampoco es para tanto. Que tengo medio pie en los 40 pero qué queréis que os diga, ¡arriba esas copas!
Menuda chapa os he soltado para ser viernes. Disculpadme, es la edad 😉