Probablemente fue el primer DIY que hice en mi vida y, por entonces, no se le ponía ni nombre, simplemente era romper los vaqueros. En la década de los 90 las abuelas se echaban las manos a la cabeza y decían aquello de «pero cómo puedes llevar ropa así de rota, eso no está bonito», pero unos vaqueros rotos… eran lo más. Acordaos… Tú, unas tijeras, unos jeans antiguos y una tarde de domingo… era la ecuación perfecta.
Vamos, que eso me pasó a mí ayer.
Enajenada por el fin de semana, cogí la tijera y ras. Y además me hice foto y la estoy compartiendo hoy en el blog… como egobloguer no valgo un duro, pero ¿creéis que se me fue la mano?
Antes de que aplaudáis o abucheéis delante de la pantalla, os dejamos una pequeña escala de «rotura vaqueril». Vaqueros rotos para todos y en todas las medidas. Desde las tímidas rajas en las rodillas y zonas raspadas…
Vaqueros rotos vistos en 1 // 2 // 3 // 4
Hasta los muy rotos. Locura con la tijera, la lija o el rallador que usamos para el limón (herramienta indispensable para este tipo de DIY).
Vaqueros muy rotos vistos en 1 // 2 // 3 // 4 // 5
Y de la locura con la tijera, hay gente que ha pasado a pelearse con ella directamente. De hecho, hay propuestas en la que diríamos que hay menos tela vaquera que piel.
Vaqueros ¿demasiado rotos? vistos en 1 // 2 // 3 // 4
Venga, ahora con todos los datos… ¿vaqueros rotos sí o no? ¿y cuánto de rotos?
Un debate de altura para el lunes, jejejee, ¡ánimo con la semana!
Hasta mañana, bonitistas.