Serán los días grises, el frío que cala o el olor a asfalto, pero tenemos unas ganas de primavera que no nos lo creemos. Por eso es ver una flor y la sonrisa es inmediata. No sabemos qué tienen las flores, pero son una promesa de la primavera que está por venir. Y hablando de promesas, quizá la mejor promesa del mundo es ese Sí quiero que lo cambia todo. Como la primavera está a la vuelta de la esquina y la temporada de bodas va a empezar, queremos que todos esos días llenos de promesas y felicidad estén decorados con flores. Hoy os traemos una dosis de esas de inspiración, que tanto nos gustan, para llenar una boda de flores y ¡qué viva el amor y la primavera!
De toda esta selección, nos encanta la primera idea, donde el regalo para los invitados son semillas para «sembrar el amor». Sí, tenéis todo el derecho a llamarnos ñoñas. A veces no son tanto las flores, no se trata de convertir una boda en el jardín botánico, sino saber combinar las flores con detalles, usar elementos reciclados, pequeños jarrones, cajas y tarros (y todos esos materiales reciclados de los que ya os hablamos en este post). Esa mezcla es letal y sólo tiene un resultado: bonitismo en estado puro.
Otra cosa que nos chifla es combinar las flores de los meseros como parte del seating, pero siempre con un detalle, ya sea su maderita, su botella antigua de vino o su cartelito de pizarra.
Con esta dosis de flores, nosotras ya olemos la primavera, ¿y vosotros?