Con lo tremendamente alérgica que soy al olivo (y a otras muchas cosas, estoy para una aventura) no sé cómo estoy escribiendo este post. Probablemente lo que me pase con los olivos y sus frutos sea una relación de amor-odio que no mucha gente entiende. Para qué os hagáis una idea… me gusta el aceite pero no las aceitunas. He estado 32 años de mi vida (los que tengo) sin comerlas. Y mirad que las he probado: negras, rellenas, verdes, aliñadas… y nada (que una es de comer muy bien, mis cachas hablan por mis pocas cortapisas con la comida). Hasta que un día no hace mucho, volví a probarlas… y ¡ay amiguis! las aceitunas que no he comido en tres décadas me las estoy comiendo en tres semanas.
Pero ése es otro tema, vuelvo… o mejor dicho, volvemos a las bodas llenas de olivos.
Imagen vía Pinterest
Hace ya un tiempo, unas de las másters del universo en esto de organizar bodas, El sofá amarillo, ya predijo algo así como que el olivo era el nuevo eucalipto. Y no le faltaba razón. Motivos no le faltan a este árbol tan mediterráneo: es más barato, fácil de encontrar, es resistente y para decorar queda taaaaan bonito. En las mesas en el banquete es todo un acierto, ya sea como centro de mesa en las tipo imperial, como adorno encima del plato o en las sillas.
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Durante la ceremonia, el olivo también resulta todo un acierto. Nos encanta la idea de sustituir el arroz o los tradicionales pétalos por hojas de olivo… maravilla. Y en las sillas haciendo el pasillo hasta el altar es amor del bueno, rústico, sí, pero amor.
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Y terminamos este repaso olivar con los detalles, los que marcan la diferencia, en los que una boda o unos novios se lucen de verdad. Invitaciones, una tarta o un ramo con ramas de olivo puede hacer que tu boda se guarde en la memoria de todos los invitados y sobre todo, que se acabe convirtiendo en mediterráneamente única (¿nos podría patrocinar Estrella Damm el post, no creéis? Aunque este año no, que con todo el respeto al Sr. Reno, somos más de Quim, love you. Bueno y de cerveza también somos mucho: ¡holi Estrella!).
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¿No os parece ideal lo de regalar botellitas de aceite o cajitas con ramas de olivo aunque vayan vacías, jejej?
Hasta aquí nuestro empacho de olivo que no de olivas, que esas nos las comemos por kilos.
Feliz miércoles y nos vemos el viernes por aquí.