Parece que hace ya una eternidad, pero este verano me fui de vacaciones a las islas griegas. Como la Preysler y Mario Vargas Llosa, con la única diferencia de que ellos tenían un yate y yo una pulsera de interrail. No sé cómo fue su viaje, pero el mío fue una maravilla. Y además de sus encantadoras islas con sus infinitas playas de aguas cristalinas, me quedo con su fabulosa cocina. Así que como no puedo traeros sus playas, en este post hoy recopilo cinco recetas para incorporar ya de ya a nuestra cocina.
Empezamos por el tzatziki, un viejo conocido, pero que se puede mejorar bastante de algunos mejunjes, que hemos probado por aquí. Uno de los sabores que más se repiten en todas las recetas son los que vienen de la menta y el eneldo, muy presentes en una mayoría de los platos. El resto de ingredientes son yogur griego, pepino, ajo, limón, sal y aceite de oliva. Una receta sencilla, que es ideal para empezar cualquier cena o comida. Cuidado que engancha. Puedes consultar los pasos concretos aquí y si quieres una versión vegana, también la tienes.
Creo que hubo pocos días en los que no comiese en algún momento ensalada griega. Una de las cosas que más me fascinó es que el tomate sabía a tomate. Tomate de verdad, de esos de los que te comerías a bocados. Los ingredientes de la ensalada griega son viejos conocidos: tomates (lo más maduros posibles), pepino, pimiento verde, cebolla morada, aceitunas negras (si son de kalamata, mucho mejor), queso feta, aceite, sal, pimienta negra y orégano. Aquí la receta para ponerla en práctica.
Hay una variante que también nos conquistó que es la ensalada dakos, que incluye trozos de pan, que al empaparse del tomate es una delicia. Aquí la receta de nuestro amado Mikel de El Comidista, que también es un fascinado por los tomates griegos.
Este plato, igual os suena menos. Son dolmades. Que en nuestro idioma quiere decir, rollitos de arroz envueltos en hoja de parra. Para el relleno de arroz, necesitarás cebolla, pasas, piñones, menta fresca, perejil, hierbabuena y limón. El resultado es muy sorprendente y delicioso. Si además lo tomas con vistas al mar, pues mejor que mejor. Pero no se puede tener todo. Aquí tienes la receta.
Aquí viene la palabra del día, que olvidarás nada más cerrar este post. Kolokithokeftedes, o entre nosotros, buñuelos o croquetas de calabacín griegas. Si cierro los ojos, creo que puedo saborearlos. Además del calabacín, sus dos ingredientes principales son queso feta y menta. Apunta bien, que aquí tienes la receta y los pasos.
Cerramos este menú griego, como no, con la tradicional moussaka. En Atenas, durante el primer día nos dieron un consejo para medir el precio y calidad de los restaurantes: el precio de la moussaka. El moussakometro. Lo ideal es que sea entre 7 y 9 euros. Si es menor, el restaurante no será muy bueno, y si es más, te estarán tomando el pelo. La gran sorpresa que me llevé es que la moussaka lleva carne. Para mí ese ingrediente no existía hasta entonces en esta receta, que además incluye, por supuesto, berenjenas, patatas, cebolla, ajo, tomates, vino blanco, huevo, sal, tomillo y pimienta. Todo recubierto por una deliciosa bechamel y un poco de queso. Vamos, que nada puede salir mal. Compruébalo con esta receta.
Estas son solo cinco recetas de la diversidad de la cocina griega, pero a mí ya me sabrán a un verano de color azul y blanco, lleno de atardeceres.