Buenos tiempos para los mochileros

Si tus amigos alguna vez te han llamado Pocholo, te han mirado como bicho raro y has soportado bromas sobre los deberes que te habían mandado, ha llegado tu momento. Tú, mochilero acérrimo, estás de suerte: las mochilas ahora están de moda, muy de moda. Casi podríamos decir que nos enfrentamos a una nueva plaga, pero a nosotras (sobre todo a mí) nos encanta. Porque estamos en un punto, en el que la comodidad supera lo coqueto y nos encantaría que la espalda nos dure aún unos años, cosa difícil cuando nuestros bolsos parecen el de Mary Poppins, pero sin ser mágicos. Así que en un afán de entender por qué la comodidad se ha hecho un hueco en el mundo (ojo, que el próximo post puede ser de riñoneras), os traemos las dos marcas de mochilas, que tienen gran parte de culpa en esta nueva y bendita moda mochilera.

Mochilas Kanken de Fjällräven. Sí, el nombre se parece bastante al volcán que la lío parda hace unos años. Pero no vienen de Islandia, sino que es la tercera invasión de Suecia en España tras las suecas en Torremolinos, los muebles de Ikea y ahora las mochilas. Llevan ya unos meses llenando de color las espaldas de los más modernos de tu barrio y todo tu Instagram. Pero su historia se remonta a 1978 y como curiosidad, las mochilas están a prueba de scouts, ya que se crearon en colaboración con la asociación de scouts. A estas alturas, si una de estas mochilas no está en tu perchero, seguro que está en tu Wishlist. Tienen colores para aburrir y multitud de tamaños, así que será raro que no encuentres la que quieres.

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¿Y dónde las puedes comprar? En la web ILoveMyKanken.

Las mochilas de Herschel Supply. La otra culpable de que las mochilas se hayan vuelto cool y modernas. Desde Canadá se han extendido por todo el mundo rápidamente (empezaron en 2009) y hoy es ya un must para una generación. Si sus amigas suecas tienen un mismo diseño con distinto tamaño, las canadienses tienen varios tipos de diseño con todo tipo de colores y estampados. Una fiesta para los más indecisos.

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Puedes hacerte con una a través de su tienda online desde donde envían a todo el mundo.

Con mochila nueva, pero no vacía, nos vamos al fin de semana con un nuevo misterio resuelto.

¡Feliz finde mochileros bonitistas!

Viernes de antojitos bonitistas

Le hemos cogido el gusto de usar el post de los viernes para explayarnos y usar este blog como terapia sobre los antojos. Y no soy Rocío, mis antojos no se deben a mi estado. Así que no tengo excusa. Somos caprichosas, enamoradizas y bueno, antes de dejarnos llevar por el romance y la emoción, mejor contárselo al mundo y compartir nuestros pequeños flechazos sin importancia.

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Tocadiscos mint. Dos palabras mágicas. Nos encanta la música y nos encanta todo lo que sea mint. Es irremediable no imaginar una vida paralela en la que somos unas auténticas melómanas, de esas que repiten «es que el vinilo suena mejor». Mientras hacemos hueco en la estantería, nos enchufamos a una buena lista de Spotify, que tampoco suena mal.

Vestido de cuadros colegiales. Tenemos ganas de viajar al pasado y rescatar nuestras faldas y vestidos de cuadros de la infancia. Este año están de moda y este de Kling nos hace ojitos peligrosamente.

Lámina de Love of Lesbian. Esta es quizá una de nuestras fases favoritas de las canciones de Love of Lesbian. De los que la menda se declara fan y es que todo es más bonito cuando lo canta Santi Balmes y casarse con su voz debería ser un derecho constitucional. Esta lámina de Laucreativa nos encanta y puede que tenga un sitio en nuestro salón.

Mochila de Totoomi. Y para pasear en busca de discos para nuestro tocadiscos mint y persiguiendo hasta el último concierto a Santi Balmes, nada mejor que esta mochila de la marca de Totoomi. Una de esas marcas que nos gustan porque lo hacen a mano y con materiales naturales, y además con un gusto exquisito.

Estos son nuestros antojos de la semana. Prometemos ser buenas y enamoradizas y venir con nuevos flechazos dentro de poco.

¡Feliz finde!

Oficio: bolsos con corazón

Hace un par de semanas cambié de trabajo y para despedirse de mí, mis fabulosos compis me hicieron un regalo de esos con los que se te encoje el corazón. Una preciosa mochila de cuero con mi usuario de Twitter grabado (sí, soy una friki), perfecta para llevar el portátil. Pero lo mejor no fue eso, lo mejor fue cuando me contaron que había sido hecho a mano especialmente para mí y que me llevarían a conocer en vivo y en directo a la artista. Y así fue como conocí a Melina, las manos, la mente y el corazón de Oficio.

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Melina nos abrió las puertas de su casa y taller (esto parece un titular de la revista Hola, soy consciente) y casi nos quedamos a vivir. En el último piso de un encantador piso en el barrio de Las Letras, Melina tiene su hogar y su taller, un espacio lleno de luz, techos altos, vigas de madera, detalles bonitistas por todos lados y una terracita donde podrías dejar la vida pasar tranquilamente con una cervecita en la mano.

Pero contemos la historia de Oficio. Melina es mexicana y arquitecta de profesión, pero no siempre tu profesión es tu pasión y un día se dio cuenta de que quería hacer otra cosa. Algo que fuese más manual, más artesanal, donde pudiera poner más corazón. Y decidió que quería hacer bolsos de cuero. Así que se apuntó a la Escuela de Oficios para aprender a trabajar el cuero, que esto no es tan fácil como coser y cantar. Y como las buenas historias, de repente la casualidad quiso que conociese a David, su actual marido, que venía de una familia que se ha dedicado a la fabricación de bolsos de cuero durante toda la vida. Y así fue como Melina empezó a escribir la historia de Oficio.

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Cuando todavía estaba cogiéndole el truco al cuero y a los patrones, apareció en su vida Anita. Una turista americana que vio uno de sus bolsos mientras Melina trabajaba en una tienda, quedó tan prendada de él que le pidió uno y le dio su dirección para que se lo mandase. La dirección se perdió y Anita, pese a muchos intentos por parte de Melina por encontrarla, nunca recibió su bolso. El bolso en cuestión era un doctor-bag y en su honor, Melina decidió darle el nombre de Anita al que se ha convertido en su bolso estrella.

Para Melina, los bolsos no son sólo un complemento para estar a la última, sino que tienen que cumplir una función. Por eso le encanta hacer bolsos inspirados en los oficios de toda la vida desde el doctor-bag, pasando por el bolso de cartero o la maleta de maestro o colegial.

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Cuando uno pone el corazón en lo que hace, como Melina que cada día se dedica a hacer ella sola cada uno de los bolsos, lo importante no es la cantidad, sino la historia que hay detrás. Porque Melina es así, no quiere hacer bolsos sin saber para quién será y un poquito de su historia. De alguna forma, lo que saldrá de su taller acompañará a esa persona en muchos momentos y conocerla es un paso que a ella le encanta dar. Y que a nosotras nos gusta porque al final Melina no tiene clientes, tiene amigos. Un poquito de humanidad en este mundo nunca viene mal.

Si os han gustado los bolsos o pensáis que es el regalo ideal para esa persona (seguro), no seáis tímidos, podéis entrar en su web o Instagram y poneros en contacto con Melina, contar vuestra historia y recibir a cambio a un compañero fiel para toda la vida.

Por cierto, otro día hablaremos de David, ya que él también tiene su proyecto personal: Dale pedales, bonitismos para bicicletas.

¡Qué tengáis un martes lleno de historias!