Roadtrip al Norte, una escapada bonitista

bilbao bonitista

Los que nos seguís a través de Instagram, habréis visto que este fin de semana nos hemos ido de escapada parte del equipo. Un fin de semana largo que hemos aprovechado para un «roadtrip» al Norte, una escapada bonitista de las que te dan energía y cargan pilas para unas cuantas semanas.

La primera parada del viaje era Bilbao y luego continuaríamos por Cantabria, nos alojamos en Santander y nos dio tiempo a ver un montón de sitios bonitos: Bilbao-Castro Urdiales – Santoña – Laredo – Santander – Suances – Comillas – Santillana del Mar. Tres días la mar de bien aprovechados como veis. ¿Nos dejáis que compartamos con vosotros nuestro viaje? Allá vamos… (os advertimos que saldrá mucha comida, quizá demasiada para estar a un paso de las vacaciones, pero es que somos así… de buen comer, qué le vamos a hacer).

* Bilbao. En Bilbao estuvimos muy poquito tiempo, llegamos el viernes por la tarde noche y nada más llegar nos fuimos de «pintxos», estuvimos por el casco viejo que estaba cerca de nuestro hotel. Nos fuimos pronto a dormir, estábamos muertas… pero por la mañana fuimos a desayunar  y nos dimos un súper homenaje. No os perdáis Mr. Marvelous (gracias Oli&Moli por la recomendación), allí nos zampamos unas tostadas con jamón y un pintxo de tortilla… para compartir – donde fueres haz lo que viernes- .

bilbao bonitista

*Castro Urdiales. Ésa fue nuestra siguiente parada. A muy pocos kilómetros de entrar en la comunidad cántabra nos encontramos con este sitio tan maravilloso. Nos encantó su puerto, su iglesia y su paseo… imprescindible si viajas por la zona. Como vimos que todo el mundo se sentaba a tomar una cerveza y algo de comer en Mariquería Alfredo, no tardamos nosotras en hacer lo mismo (vaya pulpo y vaya pinchos).

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*Santoña. Ay qué anchoas. A pocos kilómetros de Castro Urdiales se encuentra Santoña. Allí nos encontramos un ambientazo total, muchísima gente en la calle comiendo y calle llenas de gente joven y familias. De nuevo, las vistas al Mar Cantábricos nos dejaron obnubiladas durante un buen rato. Y cómo no… compramos anchoas para llevar de vuelta a casa. Allí comimos en un restaurante gallego un lacón que estaba…mmm, no recordamos el nombre, sorry.

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*Santander. De ahí nos fuimos directas a Santander donde nos alojábamos. Coincidió que se estaban celebrando las Fiestas de la ciudad, por eso nos costó tanto encontrar alojamiento… tened en cuenta las fiestas locales si vais, porque nos alquilamos un pequeño apartamento en la conchichina. Aún así, disfrutamos la ciudad al máximo tanto esa noche como el lunes por la mañana, cuando aprovechamos para visitar el Palacio de la Magdalena (muy recomendable el mini recorrido en tren), el Sardinero y toda la parte del centro. Volvimos a comer como reinas con todas las recomendaciones que nos hicieron: Casa Lita, La Conveniente y Bodegas Solórzano.

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*Comillas. Precioso, simplemente precioso. Allí se rodó la película Primos, así que os podéis imaginar… típico pueblo de verano con casas maravillosas, jardines espectaculares y calles empinadas y empedradas. Allí se encuentra «El Capricho de Gaudí», no lo visitamos, pero por una calle aledaña pudimos ver un poco de la casa firmada por el genio catalán. Las vistas a la playa… lo mejor.

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*Santillana del Mar. Merece la pena verlo, sin dudarlo, aunque no fue de nuestros sitios favoritos. Quizá demasiada explotación turística, normal por otro lado. Comimos allí, nada muy reseñable, aunque no puedes pasar por Cantabria sin visitar este pueblo y comerte algún sobao. Imprescindible.

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Y terminamos con dos recomendaciones: Suances y sus playas y los helados de Heladerías Regma, las veréis por toda Cantabria. No parábamos de ver a gente con helados hasta que nos hicimos con el nuestro.

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Y con este helado de turrón y el buen sabor que deja una escapada con amigas, nos despedimos por hoy con los recuerdos de nuestra miniescapada por el Norte. Un chute de energía indispensable para el último empujón antes de las vacaciones. ¡Nos vemos el viernes!

El aceite de coco: Un gran aliado para estas vacaciones

Quiero compartir un pequeño trauma relacionado con el coco. Recuerdo el día en que mi amigo del cole, Paco, me dijo que tirara por el bien de la humanidad esa colonia de coco que le producía arcadas. Yo, que hasta entonces pensaba que gracias a dos pequeñas gotas de ese frasquito de aroma intenso cuya marca no quiero acordarme, olía estupendamente, decidí desterrar el coco de mi vida, o al menos todo aquello que proviniese de su aroma.

Pero el tiempo pasa, y una adquiere experiencia, y deja de comprar colonias baratas :). Entonces, en lugar de probar el coco como perfume, me compré el aceite de coco, el de verdad, el que sirve para cocinar. Y resulta que te pones a hablar con la chica de la herboristería y con tu amigo google, y resulta que el coco sirve para todo. Vamos, que si queréis meter un producto estrella en la maleta este verano, con una frasco de aceite de coco podéis tener crema hidratante, exfoliante, desmaquillante, protector solar para el cabello y acondicionador, todo en uno ¿Quién da más?

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Imagen vista aquí

Crema hidratante corporal: se puede usar al salir del baño, echas un poco de aceite de coco sobre las manos y a restregar, así, sin crema ni nada, además de hidratante, se absorve enseguida.

Exfoliante: mezclándolo con un poco de azúcar, ya tenéis exfoliante. Además de barato, regenera la piel, retira las células muertas y acaba con las impurezas, ¿qué más queremos?

Desmaquillante: pero, por si fuera poco, también tenemos la opción de usar el aceite de coco como desmaquillante. Yo no he probado esta opción pero dicen que funciona, así que si un día os encontráis de viaje sin desmaquillante… ya sabéis.

Para labios resecos: como buen hidratante, si tenemos los labios resecos o quemados, lo podemos usar como bálsamo.

Como acondicionador del pelo: este es mi favorito, restregándolo en el pelo una media hora al menos antes de lavártelo, se queda suave y brillante.

Como protector solar: pero si además, lo usas cuando vas a la playa, te protege el cabello de los rayos solares y te sirve de mascarilla.

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Pues nada, que con todas estos beneficios que tiene, yo ya me he reconciliado con el aroma del coco. Además, lo compramos como un básico de la maleta de estas vacaciones, y así llevamos el necesser ligerito. Eso sí, lo ideal es que sea aceite virgen, que no haya sido modificado ni tratado y mejor aún si es orgánico.

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Y vosotros, ¿sabéis de otras cualidades cosméticas del coco?

¡Feliz fin de semana y has el lunes!

Comer en París, un placer no tan caro

Quizá fue una de las palabras que más buscamos en google a la hora de planificar nuestro viaje: comer en París. Una ciudad donde la gastronomía tiene tanta importancia, pero que a la vez nos resulta tan cara… siempre produce cierta inquietud. Por eso, esperamos que os ayude los lugares por los que hemos pasado.

Nosotras contamos con una gran ventaja, y es que allí vive una de nuestras mejores amigas (que nos ha acogido en su casa) así que ha sido todo más sencillo y guiados por «autóctonos». ¿Os venís a comer por París con nosotras?

1. La Fondue

Empezamos por un clásico entre los clásicos: la fondue de quesos. Tenemos que decir que esta primera propuesta es para hacerla en casa y nos la preparó el «Chef Matt» (en realidad Matt no es chef, pero nos supo a gloria) en nuestro primer día en París. Fue una fondue preparada en casa y estaba riquísima. Así que no tuve más remedio que preguntarle la receta para compartirla… y aquí va.

Una pieza de queso Comte, otra pieza de Emmental o Gruyere y otra pieza de Beaufort. Una media botella de vino blanco seco y unos 3/4 dientes de ajo. Mezclar todo eso en la fondue y a disfrutar con unas buenas baguettes.

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2. Una hamburguesa 

Porque siempre apetece. Vayamos a donde vayamos las hamburguesas siempre son una buena opción y muy apetecibles. Nuestros anfitriones nos llevaron a Big Fernand, una cadena de hamburgueserías en París a la que ellos van muy a menudo. Y no me extraña… burguer riquísima. El menú con bebida y patatas nos costó 15€. No es demasiado barato, pero merece la pena.

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3. Hablemos de bollería

Porque la bollería francesa con sus toneladas de mantequilla es siempre irresistible. Os recomendamos que compréis un croissant y un pain au chocolat en cualquier pâtisserie que encontréis por la calle. Podría haberme comido media docena de croissants como el de la foto… pero me contuve. Para algo más especial, no os perdáis Murciano en la zona de Le Marais, una pastelería judía la mar de singular. El señor (murciano?? ) que te atiende parece sacado de una película y el bollito que probamos estaba para llorar de placer.

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4. Tenía que llegar el crêpe, claro que sí

Imposible irse de París sin comer un crêpe. Y para ello tienes que ir a Montparnasse, la calle de las creperías. Nuestros anfitriones nos llevaron a La Creperie de Josselin, una de las más conocidas (Matt nos contó que sus padres llevan yendo allí desde finales de los 70) con un montón de detalles bonitistas. La historia de por qué allí se concentran la mayoría de las creperías, es preciosa: allí se encontraba una estación de tren que iba directa a la Bretaña y la gente de esa zona que venía a buscar trabajo a la gran ciudad se fue reuniendo allí y poniendo sus negocios. No os esperéis crêpes salados como los de España, allí son Galettes, hechas con trigo sarraceno. ¡Brutales! Si vais a Josselin tenéis que esperar en la puerta haciendo una pequeña cola, una señora muy pintoresca saldrá y os ubicará en una mesa. Normalmente para comer hay menús, que resultan más económicos. Nosotros fuimos a cenar a la carta, algo más caro, pero sin duda merece la pena. Creo que las fotos hablan por sí solas.

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Esta última foto pertenece a la crepería de Saint-Malo en la misma calle. Nos quedamos con ganas de más y tuvimos que volver a la calle del placer culinario y la oda a la mantequilla. En esta ocasión, sí nos pedimos menú de mediodía y nos costó 19€ para dos personas (galette, crepe de postre y sidra).

5. Un homenaje

Darse un pequeño homenaje culinario en París tampoco es tan caro. En este caso, fue recomendación de mis padres que no querían que nos fuésemos de París sin ir a Le Procope, el restaurante más antiguo de París. Muy cerquita de la Sorbona, en Odeon, este local se abrió en 1686 y por allí han pasado nombres tan eruditos como Voltaire o Diderot. La decoración es una lección de historia y también una visita a sus baños, sí sí, los baños… allí todavía podéis leer la leyenda de «ciudadano y ciudadana» como reminiscencia de la Revolución Francesa. Bueno, vamos  a la comida… para comer, tiene un menú por 21€ y con dos platos. Los vinos sí son muy caros, pero en todo París es habitual pedir agua del grifo, que está rica y fresquita, así que eso hicimos.

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6. Las famosas «planchas»

O lo que es lo mismo, las tablas de quesos y charcutería. Las podrás encontrar como uno de los platos más habituales en cualquier bistrot o brasserie. Merece la pena tomarla junto con una copita de vino al más puro estilo parisino. Ésta la tomamos en un bistrot cerca de casa de Patri y Matt (nuestros amiguis) y nos encantó… (de el postre ya ni hablamos, tiramisú de Nutella, ay dios).

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Hasta aquí nuestro recorrido gastronómico por París. Nos quedaron por probar muchísimas cosas, así que tendremos que volver… ¿no?

Au revoir amiguis y nos vemos mañana para celebrar el viernes por aquí.

París, de un vistazo rápido

Son más de las diez de la noche. Mañana hay que trabajar y aún no tengo preparado el tupper, estoy esperando a que termine una lavadora y me debato entre si ir al gimnasio por la mañana o no. Estoy muerta, estoy cansada… pero acabo de llegar de París. Y eso…eso lo cura todo.

Mañana prometo un post con mucha más enjundia, direcciones, rutas y recomendaciones. Pero permitidme que comparta con todos vosotros algunas de las fotos del París más bonitista, o quizá no, quizá sea simplemente…París.

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Lo dicho, mañana más… ahora me voy a dormir con todas estas instantáneas en la cabeza y cuando me despierte hoy, será de lo primero que vea. Así se empieza el miércoles muy bien.

¡Hasta mañana!

París, ¡Je t’aime!

El mes que viene ¡nos vamos a París! Bueno, mejor dicho, me voy (ya nos gustaría irnos de viaje bonitista, pero cada vez más se complica eso de cuadrar las agendas). Y para ello necesito de vuestra ayuda, o sea, que este post es mitad pedir colaboración, mitad oficina de turismo para decir el alto (como si no se supiese) que París mola.

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(Imagen vía Pinterest)

Y aquí viene la colaboración… si habéis estado en París últimamente me encantaría leer vuestras recomendaciones. Ya he estado un par de veces y voy a casa de nuestra amiga Patri, pero la verdad es que siempre que os hemos pedido ayuda a través del blog…habéis dado en el clavo. Y es que tanto si habéis estado en París, como si no: ¿a ver quién es el guapo que dice que París no es bonitista?

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Y es que es pensar que voy a viajar a la capital francesa y ponerme ya a pensar en modelitos. Ya me veo yo en París dando vueltas con mi canotier, mi boina, los labios rojos y mi camiseta de rayas. Todo esto en mi imaginación, claro, porque como buena pringui no me cabrá nada en la maleta y acabaré con los vaqueros de siempre, las deportivas y un poco de máscara de pestañas por aquello de no salir fatal en las fotos. ¿Y es que como lo hacen las bloguers para llevarse esos maletones y esos modelazos cuando van de viaje? Soñar es gratis y hacer un tablón de inspiración, también. Así que aquí va el nuestro.paris 5

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Pero si hay algo que me encandila de París es todo lo que tiene que ver con las ilustraciones de la ciudad. Puro amor, entre lo chic y la elegancia que caracteriza a la ciudad.

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Así que ¿os animáis a viajar a París? ¿Nos ayudáis con vuestras recomendaciones para comer, visitar, ver…?

Las vacaciones están cada vez más cerca…¡qué ganas!

Feliz miércoles y nos vemos mañana por aquí, amiguis. ¡Au revoir!