Guía para vivir un verano bonitista

It’s the final countdown. Esta es nuestra última semana blogueril antes de las vacaciones y nuestro ya tan típico del verano como el posado de Ana Obregón, parón veraniego. Pero como no queremos dejaros huérfanos de bonitismos y todavía queda un mes para disfrutar de apagar el móvil, de las cervecitas al atardecer y al amanecer (por qué no), de los arrepentimientos por no haber empezado antes la operación bikini, de bailar en los festivales como si volviésemos a tener 20 años, del primer verano del bebé bonitista en la tierra prometida (para Laura de Malasmadres es Tierra Santa, para nosotras la tierra prometida), en definitiva, un mes entero en el que VIVIR con mayúscula. Y nuestra guía no os va a ayudar a ser más felices, pero esperamos que si necesitáis algún bonitismo extra este verano, penséis en nosotras.

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1 Hidratarse es importante. Nos lo recuerdan en los telediarios en cada ola de calor y no sólo de cerveza y tinto de verano vive nuestro cuerpito. Así que aquí tenéis un par de opciones para estar fresquitos y bien hidratados.

aguas con sabores

En este post os dimos varias recetas de aguas con sabores (ideal para las futuras mamis y las mamis lactantes) y aquí tenéis varias recetas de zumo que vienen muy bien para estar además de frescas, sanas como una lechuga.

2. Hazte un moño o una trenza y ya en septiembre te sueltas el pelo.

Con estos calorines para no pensar en puntas abiertas, quemadas y secas, lo mejor es liarse la manta a la cabeza y hacerse un moño o una trenza. Y aquí ahora un recogido y después veremos el drama de si hay que cortar por lo sano. Pero eso será en septiembre y será otra historia.

Siempre nos quedarán los moños

Tenéis el link de todos los peinados en este post. 

3. Haz una fiesta.

Que si, que luego se pasa el verano y piensas, jo, tendría que haber hecho una fiesta. Excusas no faltan, pero si te hacen falta alguna, pregúntanos y nos inventamos una bien rápido.

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Todo lo que necesitas para una fiesta veraniega, lo tienes aquí. 

4. Come mucho helado.

Bueno, realmente, esto vale para cualquier época del año, pero ahora está mucho más justificado. Y si encimas el helado es homemade, mucho mejor.

recetas helados

Tienes varias recetas de helados aquí y aquí.

5. Vuela.

Hazte un viaje, aunque sea de un fin de semana. Pero escápate para reencontrarte, da igual si es a Cuenca o a Panamá. Los viajes nos alimentan para el resto del año.

imprimible lista viaje

Y para el viaje, no te olvides de usar nuestro imprimible para que no se te olvide nada de nada.

La que aquí escribe se despide hasta septiembre, pero aún queda bonitismo durante toda esta semana.

Que seáis felices y que el bonitismo os acompañe.

5 excusas para ir a Menorca

Aún quedan semanas para las vacaciones, pero el finde pasado nos escapamos en busca de mar y con muchas ganas y necesidad de desconectar. Queríamos vida de bebé, donde lo que más nos preocupase fuesen nuestras necesidades básicas. Y terminamos teniendo vida de jubiladas. Y qué vida. El destino salvador de nuestra rutina fue Menorca, una isla a la que le teníamos bastantes ganas y, ¡vaya isla! Casi nos empadronamos allí y hasta Vueling se esforzó para que nos quedásemos allí a vivir. Seguro que no te hacen falta excusas para escaparte, pero por si acaso, hoy traemos cinco, para que te autoconvenzas de que necesitas una isla como Menorca en tu vida.

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Probablemente cuando piensas en ir a las Baleares, Menorca no es la primera isla que se te viene a la cabeza. Eso es porque no te han hablado de sus playas. Ríete Caribe del mar de Menorca. Aguas cristalinas, rodeadas de vegetación. Madrugones y caminatas entre pinos para llegar a playas como Mitjana o Macarella, que merecen mucho mucho la pena. Adelantarse al resto de visitantes menos madrugadores es casi una obligación para poder disfrutar por unos instantes de la soledad de la playa.

En Menorca tienen una pomada mágica, que no se extiende sobre la piel, sino que se bebe. Esta mezcla de ginebra local y limón cura todos los males y toda la rutina.

El atardecer es un momento mágico, que normalmente nos perdemos. Pocas veces nos concedemos el momento de parar y disfrutarlo. Y si hay un lugar donde vivir y saborear el atardecer en Menorca son las Cuevas del Xoroi.  Y si el cuerpo aguanta, además de el atardecer, puedes prolongar la fiesta hasta la madrugada y bailar como si fueses una bailarina de Fama.

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En el noreste de la isla, se encuentra el Faro de Favaritx. Dentro de una reserva natural (toda la isla es patrimonio natural de la Unesco) y es un punto donde encontrarse, iluminarse, mirar por el acantilado como rompen las olas y mirar hacia más allá, más allá del mar. Los faros tienen ese punto mágico, capaz de marcar el camino cuando parece que el rumbo estaba perdido.

Y como buenas glotonas, la comida, que siempre al lado del mar sabe mejor. La gastronomía de Menorca tiene mucho que decir: la caldereta de langosta, el queso de Mahón, las berenjenas al horno y cualquier pescado a la menorquina no deben faltar en la dieta básica.

Menorca nos ha conquistado, pero cualquier destino es especial si se comparte con la compañía adecuada. Esa es la mejor excusa.

¡Feliz miércoles!

¡Holi julio! qué ganas te tenía

Sí, sí, sí, ¡Julio ya está aquí! Y con julio es como que entramos ya en la cresta de la ola del verano, empieza (o más bien continúa) el “caloret”, y las ganas de pasar las noches a la fresca. En julio ya hay que comenzar la carrera a coger color si estáis a parches y con marcas de albañil como yo. Es el momento de dejar de lado las dietas y la operación bikini y a disfrutar: sí, sí sí el verano ya está aquí.

Para celebrar la llegada de julio, os traemos una “to-do list” de cosas que nos gustaría hacer este mes, pero sin agobios, que julio es el comienzo de lo que luego serán las merecidas vacaciones y hay que tomárselo con calma.

Todo lo que quiero hacer este mes…

1- En julio queremos ir al cine de verano- porque ver pelis al aire libre es muy entretenido, porque el cine con pipas y cervecitas traída de casa sienta muy bien, y porque reponen pelis que no tienen por qué ser las últimas de la cartelera, pero que quizás no viste en su momento y por qué no ahora, que además, ¡es de «economics»!

2- Hacer un picnic al atardecer, y yo he decidido que el mío sea en el Mirador de los bunkers del Carmel. Porque puede que no sea el plan más tranqui del mundo, porque se ha hecho muy famoso y se “peta” literalmente, pero apetece ver un día Barcelona desde las alturas, aunque sea apretaditos y rodeados de turistas.

3- Hacer una ruta de senderismo. Porque es el momento de coger la mochila y echar a andar, que la mochila puede ir ligera de equipaje: un bikini, una muda veraniega, y además si te quieres ahorrar el hotel puedes dormir al aire libre o en tienda de campaña.

4- Y si no sois de andar, también está la opción festivales, que también está en este lista.

5- Ir de Rebajas: Nos saltamos un poquito (un poquito solo), el consumo responsable y nos damos un capricho, que los colores del verano alegran el armario, y además con este moreno (aunque sea a parches), sienta todo la mar de bien.

6- También es el momento de comenzar a preparar a organizar el pedazo de viaje que nos espera en agosto. Empezar al menos a planear y a recrearnos en lo que será el viaje del año.

7- En julio también queremos comer mucha fruta rica, que esta época son las mejores. Sandías y cerezas, sandía y cereza, ¡todo el rato!

8- Y por último este mesa debemos comenzar poco a poco a prepararnos para el apagón, y con apagón me refiero al que pienso hacer con el ordenador, que pienso visitarlo muy poquito en agosto. Pero julio también hay que aprovecharlo, que estas horas de luz desde la oficina no se disfrutan, así que comienza a salir antes del trabajo. (Es mi conciencia la que está hablando, a ver si algún día la escucho y chapo el garito a la hora).

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Ay julio, bienvenido seas, que qué ganitas te tenía. Y vosotros, ¿nos contáis qué planeáis para este mes del año?

¡Feliz finde y hasta el lunes!

Comer en París, un placer no tan caro

Quizá fue una de las palabras que más buscamos en google a la hora de planificar nuestro viaje: comer en París. Una ciudad donde la gastronomía tiene tanta importancia, pero que a la vez nos resulta tan cara… siempre produce cierta inquietud. Por eso, esperamos que os ayude los lugares por los que hemos pasado.

Nosotras contamos con una gran ventaja, y es que allí vive una de nuestras mejores amigas (que nos ha acogido en su casa) así que ha sido todo más sencillo y guiados por «autóctonos». ¿Os venís a comer por París con nosotras?

1. La Fondue

Empezamos por un clásico entre los clásicos: la fondue de quesos. Tenemos que decir que esta primera propuesta es para hacerla en casa y nos la preparó el «Chef Matt» (en realidad Matt no es chef, pero nos supo a gloria) en nuestro primer día en París. Fue una fondue preparada en casa y estaba riquísima. Así que no tuve más remedio que preguntarle la receta para compartirla… y aquí va.

Una pieza de queso Comte, otra pieza de Emmental o Gruyere y otra pieza de Beaufort. Una media botella de vino blanco seco y unos 3/4 dientes de ajo. Mezclar todo eso en la fondue y a disfrutar con unas buenas baguettes.

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2. Una hamburguesa 

Porque siempre apetece. Vayamos a donde vayamos las hamburguesas siempre son una buena opción y muy apetecibles. Nuestros anfitriones nos llevaron a Big Fernand, una cadena de hamburgueserías en París a la que ellos van muy a menudo. Y no me extraña… burguer riquísima. El menú con bebida y patatas nos costó 15€. No es demasiado barato, pero merece la pena.

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3. Hablemos de bollería

Porque la bollería francesa con sus toneladas de mantequilla es siempre irresistible. Os recomendamos que compréis un croissant y un pain au chocolat en cualquier pâtisserie que encontréis por la calle. Podría haberme comido media docena de croissants como el de la foto… pero me contuve. Para algo más especial, no os perdáis Murciano en la zona de Le Marais, una pastelería judía la mar de singular. El señor (murciano?? ) que te atiende parece sacado de una película y el bollito que probamos estaba para llorar de placer.

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4. Tenía que llegar el crêpe, claro que sí

Imposible irse de París sin comer un crêpe. Y para ello tienes que ir a Montparnasse, la calle de las creperías. Nuestros anfitriones nos llevaron a La Creperie de Josselin, una de las más conocidas (Matt nos contó que sus padres llevan yendo allí desde finales de los 70) con un montón de detalles bonitistas. La historia de por qué allí se concentran la mayoría de las creperías, es preciosa: allí se encontraba una estación de tren que iba directa a la Bretaña y la gente de esa zona que venía a buscar trabajo a la gran ciudad se fue reuniendo allí y poniendo sus negocios. No os esperéis crêpes salados como los de España, allí son Galettes, hechas con trigo sarraceno. ¡Brutales! Si vais a Josselin tenéis que esperar en la puerta haciendo una pequeña cola, una señora muy pintoresca saldrá y os ubicará en una mesa. Normalmente para comer hay menús, que resultan más económicos. Nosotros fuimos a cenar a la carta, algo más caro, pero sin duda merece la pena. Creo que las fotos hablan por sí solas.

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Esta última foto pertenece a la crepería de Saint-Malo en la misma calle. Nos quedamos con ganas de más y tuvimos que volver a la calle del placer culinario y la oda a la mantequilla. En esta ocasión, sí nos pedimos menú de mediodía y nos costó 19€ para dos personas (galette, crepe de postre y sidra).

5. Un homenaje

Darse un pequeño homenaje culinario en París tampoco es tan caro. En este caso, fue recomendación de mis padres que no querían que nos fuésemos de París sin ir a Le Procope, el restaurante más antiguo de París. Muy cerquita de la Sorbona, en Odeon, este local se abrió en 1686 y por allí han pasado nombres tan eruditos como Voltaire o Diderot. La decoración es una lección de historia y también una visita a sus baños, sí sí, los baños… allí todavía podéis leer la leyenda de «ciudadano y ciudadana» como reminiscencia de la Revolución Francesa. Bueno, vamos  a la comida… para comer, tiene un menú por 21€ y con dos platos. Los vinos sí son muy caros, pero en todo París es habitual pedir agua del grifo, que está rica y fresquita, así que eso hicimos.

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6. Las famosas «planchas»

O lo que es lo mismo, las tablas de quesos y charcutería. Las podrás encontrar como uno de los platos más habituales en cualquier bistrot o brasserie. Merece la pena tomarla junto con una copita de vino al más puro estilo parisino. Ésta la tomamos en un bistrot cerca de casa de Patri y Matt (nuestros amiguis) y nos encantó… (de el postre ya ni hablamos, tiramisú de Nutella, ay dios).

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Hasta aquí nuestro recorrido gastronómico por París. Nos quedaron por probar muchísimas cosas, así que tendremos que volver… ¿no?

Au revoir amiguis y nos vemos mañana para celebrar el viernes por aquí.

París, de un vistazo rápido

Son más de las diez de la noche. Mañana hay que trabajar y aún no tengo preparado el tupper, estoy esperando a que termine una lavadora y me debato entre si ir al gimnasio por la mañana o no. Estoy muerta, estoy cansada… pero acabo de llegar de París. Y eso…eso lo cura todo.

Mañana prometo un post con mucha más enjundia, direcciones, rutas y recomendaciones. Pero permitidme que comparta con todos vosotros algunas de las fotos del París más bonitista, o quizá no, quizá sea simplemente…París.

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Lo dicho, mañana más… ahora me voy a dormir con todas estas instantáneas en la cabeza y cuando me despierte hoy, será de lo primero que vea. Así se empieza el miércoles muy bien.

¡Hasta mañana!