Diario de un fin de semana en París

Querido diario:

Este pasado fin de semana he estado en París y, como me suele pasar, he vuelto a venir enamorada de la ciudad. No sé describir lo que tiene. Me gusta muchísimo Londres y Nueva York me provocó un estado de emoción máxima perenne, pero lo de París es otra cosa. Y ahora que lo pienso, puede que tenga algo (o mucho) que ver que siempre que voy a París voy con mis amigas… y en ese sentido, este fin de semana ha sido muy, pero que muy, especial.

Y es que, amigo diario, para empezar hemos hecho viaje las tres bonitistas juntas, y eso debería marcarse en el calendario como un hecho histórico. No se suelen alinear los astros tan bien pero es que había un motivo de peso: se «pacsaba» nuestra amiga Patri, y eso había que celebrarlo juntas. ¿No sabes que es eso de «pacsarse», verdad? Nosotras tampoco lo sabíamos, pero es algo así como hacerse pareja de hecho en España. Lo más parecido a casarse en estos tiempos, ¿no crees?

La aventura empezó el jueves por la noche. Rocío se quedó a dormir en mi casa porque teníamos que levantarnos a las 3 de la mañana, sí, sí… como lo estoy escribiendo. El coche que nos llevaba al aeropuerto nos recogía a las 4 am. del viernes así que imagínate nuestras carusas en el trayecto de ida. Cuando llegamos, Patri nos estaba esperando en la parada de metro más cerca a nuestro hotel y París nos recibía con un día tan frío y lluvioso que parecía sacado de una escena de película.

Fuimos al hotel a recomponernos las caras y a comer algo y a hacer algo de tiempo para que llegase el resto desde Madrid: Rocío y Auxi, las bonitistas, junto a Paola y Carmen.

¡Por fin las siete juntas! Y como somos de buen comer, ¡qué mejor que celebrarlo con una fondue y bien de vino! Consejo bonitista: bebed vino y comed moderadamente queso fundido… la mezcla en las paredes de vuestro estómago no siempre es apuesta segura. Patri nos llevó a Heureux Comme Alexandre, un sitio con un encanto especial y lámparas de ensueño.

Y después de comer… a pasear. Hacía más frío en París que en la comunión de Pingu, ¡hasta nos nevó! Pero nosotras hicimos un poco de turismo mientras intentábamos bajar las decenas de miles de calorías que llevábamos en el cuerpo gracias al queso (más el pan, patatas y carne… porque ya que nos ponemos…nos ponemos). Después un rato al hotel a descansar y a cambiarnos porque por la noche nos esperaba una reserva en uno de los restaurantes de moda en París: Pink Mamma. Un restaurante italiano de varias plantas y decoración es-pec-ta-cu-lar y un musicote que bien podría parecer una discoteca de Ibiza en verano.

Igual piensas, querido diario, que después de la fondue no pudimos cenar. Puees… estás equivocado, porque nos zampamos unas cuantas pizzas entre todas, alguna ensalada y un par de tiramisús. Ah, y chupitos de limoncello. Otro consejo bonitista: no coreéis ¡chupito, chupito! en un restaurante en París. El chupito al final de la cena no es invitación de la casa… y además vale 4 euros. Y de ahí… paseo de vuelta al hotel y a dormir que ya llevábamos casi 24 horas despiertas. ¡Yeahhh!

A la mañana siguiente, sábado, nos esperaba también un día entretenido. Cualquier boda (o similar) que se precie, tiene que tener su despedida de soltera. Así que a quién a se le ocurre traer en una maleta de mano en un vuelo de bajo coste un disfraz de unicornio hinchable…¡a nosotrassss! Un grado de temperatura, París colapsado por el funeral de Johnny Hallyday (que en paz descanse el señor), una española vestida de unicornio y otras seis con diademas a conjunto. ¿Alguien da más?

Querido diario, obvia nuestras caras. Pero esta es la mejor foto que tenemos…es para hacérselo mirar.

Después de ver la Torre Eiffel… y hacernos una sesión de fotos allí que es mejor olvidar…

Nos fuimos a comer a un sitio por Bastille muy recomendable también. Se llama Le Gran Breguet y sirven comida bio en bol, hay para elegir vegetariano o con proteínas animales. Una nave enorme que además sirve de galería de arte. ¡Cómo son estos parísinos!

Y de aquí, de nuevo al hotel. Descansito y a sacar nuestras mejores galas para la gran noche: ¡la celebración del pacs! (o del «pacsamiento» como lo acabamos castellanizando). Estas fotos la dejo para intimidad de la pareja, pero os aseguro que fue una auténtica fiesta. De esas que te dejan ganas de repetir y en las que te sientes como en casa aunque estés a miles de kilómetros de tu casa.

Juntarnos todas en la ciudad que sea siempre es una buena noticia. Hijos, obligaciones, trabajos, familia, distancia… pero hay momentos en los que el orden de prioridades cambian, aunque sea solo durante 48 horas, y los madrugones, billetes de avión a precio abultado, mamis separadas de sus hijos, mails por responder y kilómetros recorridos importan un poco menos. Y eso, querido diario, mola mucho.

Guía bonitista de Nueva York: parte 2

-Yo: Hola, soy Celia y sigo embobada con Nueva York.

-Vosotros: ¡Hola Celiaaaa! Ya te conocemos, mujer. Recuerda: prometiste que éste sería el último post.

-Yo: Sí, sí, no os preocupéis, con este termino y ya os dejo en paz. Palabrita.

-Vosotros: Venga, en ese caso… ¡te leeremos hasta el final, pero no te enrolles mucho!

– Yo: ¡Vale, allá voy!

Conste que me he imaginado la conversación con vosotros tal que así, igualita igualita. Así que voy a ser breve e ir al grano con la guía bonitista de Nueva York: parte 2. Os recuerdo que hay una parte 1 (por si alguien se lo perdió).

Nueva York es cara, pero ¿existen los planes gratis? 

Sí amigos, como en toda ciudad hay planes gratuitos que con un poco de destreza y una pizca de tiempo dedicado al viaje podréis hacer. Seguro que si nos hubiésemos puesto a buscar más, los hubiésemos encontrado, pero os cuento los que yo hice. Empecemos por ir de público a un programa de TV. ¿Se os había ocurrido alguna vez? Quizá porque soy periodista y trabajo en un medio de comunicación, esto me hacía especial ilusión. Intentamos ir al Show de Jimmy Fallon pero las entradas se agotaron en dos nanosegundos. Pero sí conseguimos entradas para el show de verano de hace el mítico programa Good Morning America en Central Park. Y ¿quién nos tocó? Sí, nos tocó ser público de una actuación de Jason Derulo (me he enamorado también de Jason, pero éste es otro tema, ejem). No dejaban hacer fotos durante el programa, así que fui muy obediente y la foto que muestro (foto 1 ) es del ensayo. Podéis ver más info en esta web. Yo siempre que viajo utilizo el transporte público de la ciudad: metro, autobús… y aquí no iba a ser menos. Con la Metrocard (el abono de transportes de una semana con viajes ilimitados) puedes subir también en teleférico, sí, como lees (foto 2). Coger un teleférico ya me parece toda una atracción pero éste en concreto te lleva a la Isla de Roosevelt, un estrecho trozo de tierra situada en el río East River, entre Manhattan y Queens. Pero si hay un clásico en Nueva York del transporte gratis es el famoso ferry de State Island desde el que puedes ver la Estatua de la Libertad. Es verdad, la ves, pero todavía me pareció mucho más impactante observar el skyline de Manhattan (foto 3), una auténtica maravilla.

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Otro plan que os recomiendo muy mucho es una visita a la Reserva Federal. Se trata de una visita guiada (eso sí, en inglés, ohh nooo) para 25 personas. No te dejan hacer fotos, ni siquiera sacar el móvil para mirar un mensaje o llamada, pero te dejan ver el oro. Mucho oro, cámaras de seguridad llenas de oro y más oro. Impresionante. Además, al salir tienen un detallazo y es que te regalan 150$ (o al menos eso dicen ellos) en dinero del que rompen allí mismo (foto 4). Estaría mejor que los billetes viniesen enteros, ¿verdad?, pero tiene su gracia. Encontráis más info aquí.  Y termino con un par de visitas más que podéis hacer de forma gratuita y que también os recomiendo: el Museo Memorial del 11S (foto 5), toda una experiencia, es gratis los martes por la tarde. Y el Moma, el museo de arte moderno de NY que es gratuito los viernes por la tarde. ¿Está lleno de gente y de turistas? Pues sí, pero es una forma de ver algunas de sus obras estrella sin pagar y sin pasar demasiado tiempo en él. Además, solo por ver la terraza… (foto 6) ¡tenéis que entrar!

Coney Island, ¿merece la pena? 

Sí y cien veces sí. Y eso que yo fui demasiado temprano por la mañana y aún no estaba abierto al público el parque de atracciones. Se tarta sobre una hora en metro desde Manhattan y solo por pasear por el escenario de tantas y tantas películas… ya es un sueño hecho realidad. Además, esta zona es muy diferente a lo verás por NY y con un viaje en metro parece que te has cambiado de país. El paseo marítimo, neoyorquinos haciendo deporte, paseando… no sé, me parece una visita más que recomendable. Además, allí es donde se realiza el concurso más famoso del mundo de comer perritos. Y quién es el guapo que se planta en Coney Island y no admira el panel de las grandes estrellas del hot dog.

Un día en Brooklyn

Esto es pura magia. Mi primer contacto con Brooklyn me gustó tanto que tuve que repetir… dediqué un día y medio a recorrer esta zona de NY que es, sin dudarlo, el complemento perfecto a Manhattan. De hecho que una zona no tendría sentido sin la otra. Imprescindible cruzar el Puente de Brooklyn y perderse por el barrio de Dumbo (fotos 1 y 2). En esta zona, cogimos en autobús (el b62) y nos fuimos hasta la zona de Williamsburg. Primero la zona judía ortodoxa, que te deja de todo menos indiferente (foto 3) y unas cuantas calles más hacia arriba una de la zonas más «hipster» de la ciudad. Todos los modernos que se te pasen por la cabeza están allí reunidos. Pasamos por dos zonas que fueron un auténtico hallazgo: el parque de East River State Park (foto 4) y Grand Ferry Park (foto 5).

Y no hay mejor forma de terminar el paseo por Williamsburg que tomar una cerveza al atardecer en una «roof top». Nosotros fuimos a Westlight y simplemente «a-lu-cin-na-mos». Cero turistas y un ambiente que invitaba a quedarse allí toda la noche (lo de invitar es una forma de hablar, ya sabéis, no nos invito nadie, ya no hubiese gustado).

¿Es verdad eso de que parece que estás en una película todo el rato?

Sí y mil veces sí. De hecho, la friki de series como Sex & the City y Gossip Girl que llevo dentro se convirtió casi en un gremlim al contacto de sus piesitos con la ciudad de Nueva York. Vamos, que no pude evitar ir a sitios que salen en estas series. Y hacerles fotos. Y hacerme yo fotos en los lugares (estos documentos os los voy a ahorrar, jejeje).

Así que por aquí va mi paseo de película (más bien de serie) por NY.

Casi como un santuario, la casa (supuesta) de Carrie Bradshaw es un lugar obligado y diría que de peregrinaje si vas a Nueva York (foto 1). Está en Perry Street 66 y muy cerca se encuentra la famosa Magnolia Bakery, el lugar donde Carrie se comía los cupcakes con Miranda (foto 3 con espontáneo incluido) en 401, Bleecker Street. Y de la serie a la película porque si hay unas escaleras famosas con las que baja Carrie cuando Mr. Big la deja más plantada que un pino en la «no-boda». Así que en homenaje a todas las veces que nos han dejado con la «cara partía», tuve que ir a New York Public Library a ver dónde dejaron a esta chiquilla tirada (foto 2). Una boda que sí salió bien, o mejor dicho, que se llegó a celebrar fue la de Miranda en la serie y es una maravilla el jardín en el que se rodó (foto 4).

Y Gossip Girl no iba a ser menos. Sí, por si teníais alguna duda, me hice la foto en las escaleras del Met (foto 5) como si fuese yo amiga de toda la vida de Serena y de Blair (ja ja ja), os ahorro la foto y os dejo con la impresionante entrada. Y, ¿recordáis los lujosos apartamentos en los que supuestamente vivían Chuck y Serena? Pues se trata del New York Palace Hotel (foto 6) en 455 Madison Ave. entre 50 St y 51 St.

Me dejo mil fotos (literal) en el tintero, pero creo que he hecho un buen resumen de mi experiencia en Nueva York. Ya os decía al comienzo que mi idea era transmitiros mi experiencia y servíos de ayuda por si alguna vez os animáis a ir o a repetir.

Yo: Espero que os haya gustado y nos vemos pronto por aquí, ¡feliz día!

Vosotros: ¡Vale Celia! Y cállate un ratito, ¡anda chata!

Guía bonitista de Nueva York: parte 1

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Viajar sea, probablemente, uno de los mejores placeres del «primer mundo». Como os conté justo a la vuelta de nuestro parón de agosto, los primeros días de septiembre me fui a Nueva York y tengo que confesar que he llegado enamoradísima de la ciudad. Os digo esto para poneos en antecedentes y que sepáis que los próximos dos posts los escribo desde el amor más absoluto. Soy una enamorada que no ve defectos por ningún sitio (aunque sabe que los tiene) de su recién hallado amor, así que aún saliendo corazoncitos de mi cabeza… os comparto la guía bonitista de Nueva York, eso sí, parte 1.

Le he dado muchas vueltas para ver cómo le daba forma a este post, cómo ordenaba todas las ideas y las más de mil fotos que me he traído. Guías de Nueva York hay mil, hechas por expertos y por bloguers especialistas en la materia, así que quiero alejarme de esa información que seguro encontraréis… y como todos no tenéis en mente viajar a la gran manzana mañana, he pensado que lo mejor será mostraros mi viaje, lo que más me ha llamado la atención, lo que han visto mis ojitos y compartir mi experiencia. Sobra decir que si tenéis preguntas, dudas o queréis que os dé algún dato más… solo tenéis que escribirme y os contaré más ¡encantada!

Vamos allá, ¡espero que os guste!

Lo que nos preguntamos todos: ¿se puede comer bien en Nueva York y a precios razonables? 

La respuesta es sí… y un sí bastante rotundo. Es cierto que en una ciudad donde hay una oferta tan inmensa hay de todo. Mi principal miedo era no encontrar comida saludable a precios razonables, pero todo lo contrario. Puedo decir que he estado en Nueva York y he comido verdura, pescado y frutas. Ey, que también hamburguesas, pizzas, perritos y macarrones con queso. ¡Y he disfrutado cada bocado!

Para desayunar la mejor opción que encontramos fue la de pedir un café (aguado) y un cheese cream bagel (un bagel con Philadelphia) en los puestos que hay en cada una de las esquinas. Ambas cosas pueden salir por unos 3 dólares, una opción bastante barata y cómoda para empezar el día desde bien temprano. Un día fuimos a desayunar a Ess-a-bagel, es verdad que el bagel estaba mucho más rico ya que estaba recién hecho y había muchísimos tipos. Vale algo más caro que en la calle, pero merece la pena. Las colas que tiene en local son por algo, ¿no creéis? Otro día probamos desayunar en un típico diner, de los que te rellenan la taza de café, se llamaba Tick Tock (foto tres). De película total. Esta opción sí que es más cara, pero merece la pena probar aunque sea un día. Las tostadas francesas estaban para ponerles un piso.

Ay la pizza, lo de la 1$ pizza es una salvación. Hay por todos sitios y os la recomiendo muy mucho, para quitarte un gusanillo mientras paseas es perfecto. Pero si hablamos de pizza, no podéis dejar de probar ésta que veis arriba. Es de Artichoke Pizza y probamos la de alcachofa. Los trozos valen 6 dólares pero merecen muuuucho la pena. Compraos el trozo y lleváosla a la subida del Highline, está justo lado…¡y es el plan ideal! Y los perritos, qué sería de Nueva York sin los hot dogs… pues no os perdáis los de Gray´s Papaya o cualquiera de los que os encontréis por el camino.

Pero también se puede comer comida más saludable que toda la que os he mostrado hasta ahora. Si paseáis por Dumbo, muy recomendado, podéis hacer una parada en Sweet Green (foto uno). Me encantó el formato del restaurante ya que podías hacerte tu propia ensalada de temporada por unos 10/12 $. Además, en todos los sitios para comer hay agua fresquita gratuita, así que puedes reducir bastante tu factura. Otro parecido y de este tipo es Dig Inn (foto dos) y de éstos hay varios por todo Manhattan. Otra muy buena opción es comerte unas cajitas de The Whole Foods, unos supermercados que están por todo NY en los que también sirven comida hecha. La pagas al peso y hay de todo (foto tres). Cuando vas a una ciudad nueva, también es muy recomendable fijarse en los lugares en los que come la gente local. Nosotros nos dimos cuenta de que había mucho movimiento en Schnippers (foto cuatro) así que entramos y comimos genial: una ensalada riquísima y unos fingers de pollo…mmmm, que todo no va a ser lechuga y verde.

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Y llegamos a las reinas de Nueva York y la gastronomía americana: las hamburguesas. Pero antes, dejadme que os haga una recomendación muy importante: si os perdéis por Brooklyn (hacedlo) no os perdáis un lugar de bocadillos alejado de cualquier resquicio de turistas: Anthony & Son, lugar donde me compré (y zampé) este bocata de pastrami, queso, pepinillos y tomate. Lo recuerdo y se me cae la babilla. Volvamos a las hamburguesas, yo las probé en dos sitios: el archiconocido Shake Shack (las compramos en el restaurante original de Madison Square Park y las comimos allí mismo al sol, una delicia) y la de la famosa hamburguesería secreta Joint. Merece la pena mucho mucho.

¡Nos vamos de cerves! 

Vale, allí el alcohol es caro. No es un lugar para irse de cócteles alegremente, pero si os gusta la cerveza (como a mí), no es tan mal sitio. Las pintas suelen rondar los 7/8 dólares pero sí es cierto que tienen mucha cultura de la cerveza artesana y que son algo más «elaboradas» que las cervezas de grifo normales de España. No la probamos en muchos sitios pero sí que os recomiendo dos lugares en especial para hacer un parada técnica y seguir disfrutando del paseo.

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Uno. Pinta de cerve a 5 dólares al solecito en The Beer Garden de Battery Park (recomendable para antes o despues de subir al ferry de State Island). Dos. Un lugar con un encanto maravilloso, uno de esos lugares 100% neoyorquinos en pleno Soho en los que te quedarías todo el día. No os perdáis Jack´s wife Freda.

NY, el paraíso para los amantes del dulce. 

Gofres, crepes, donuts, muffins y todo lo que se te ocurra. Todos los pecados en forma de hidratos y azúcar conviven en esa ciudad y todo te entra por los ojos y el olfato como si fuese una taladradora. Así que caí poco, pero caí. En cada publicación que leas sobre este asunto, verás que hay un verdadero debate sobre cuál es la mejor tarta de queso: la mejor New York Cheesecake. Yo le hice caso a la bonitista Aux y la probé en Eileen Cheesecake. No tengo queja ninguna, un local con encanto, cola y una cantidad de tipos de tarta de queso que cuando me tocó pedir solo me salió: ¡una normal! Hasta ahí llega mi riesgo, jejejeje. Hablando de colas, para cola la que hay cada día en Dominique Ansel Bakery, el lugar en el que se inventó el cronut (muy cerca de Eileen). Fui dos veces, la primera había una cola que no estaba dispuesta a esperar y la segunda no había cola, alegría, pero al llegar a la puerta había un cartel enorme que decía que ya no tenían más cronuts, depresión. Así que para quitarme el gusanillo me tuve que zampar un donut de dulce de leche de Dough Doughnuts. Maravilla.

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La ciudad de los rascacielos, de mirar hacia arriba y de alucinar desde una planta 100. 

Cuando nos planteamos cómo íbamos a ver Nueva York desde las alturas se nos planteó una duda tremenda. ¿Subimos al One World, al Empire o al Top of de Rock? No fuimos capaces de decidir y subimos a los tres. ¿Merece la pena? Yo te diría que sí, que son tres perspectivas de NY completamente distintas. Por la mañana, por la noche, al atardecer… simplemente es magia. Además, hay varias promociones, tarjetas y ofertas con las que te puedes ahorrar bastante para subir a estos tres rascacielos. Además, cuando subimos al TOR nos pasó una cosa que no pudo ser más de película: un chico nos pidió si le podíamos grabar un vídeo mientras le pedía matrimonio a su novia. ¡Fue preciosoooo! Y eso que lo hizo en su idioma, ¡en sueco! Os confieso que lloré como si conociese a esa pareja de toda la vida y que grité emocionada, así que los pobres se han llevado a su país el vídeo con lloros y comentarios de una loquer española. Jejejeje.

 

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En estas últimas hasta me he animado y me cuelo en las fotos, jejeje.

La semana que viene os traigo la segunda entrega con más cositas: planes gratis, barrios que nos os podéis perder y muchas más cosas que quiero compartir con todos vosotros.

¿Habéis estado en Nueva York? ¿Queréis repetir como yo? ¿A alguien no le convence nada la ciudad?

A disfrutar del viernes y del finde, os esperamos por aquí el lunes, ¡familia!

Maletas bonitistas para estas vacaciones

A estas alturas de julio no podemos dejar de pensar en las VACACIONES. Agosto está a la vuelta de la esquina y las bonitistas aprovecharemos para escaparnos algunos días y desconectar un poco de la rutina. Por eso ya estamos pensando en nuestras maletas. Hemos empezado a hacer la lista de viaje para que no se nos olvide nada. También hemos repasado los trucos para hacerla sin ningún tipo de agobios ni olvidos. Y lo único que nos queda es la propia maleta en sí, que con tanto traqueteo que le hemos dado la nuestra está para jubilarse ya.

Por eso hoy traemos 5 marcas de maletas bonitistas, para estrenar estas vacaciones y llenarlas de buenos recuerdos:

  1. Bolsa de viaje Mr.Wonderful. Tiene el tamaño perfecto para las escapadas de un fin de semana o un puente.
  2. Maleta con ruedas Cath Kidston. Somos muy fans de esta marca. Y con estos lunares, ¡¡nos ha conquistado por completo!!
  3. Bolsa Mama Birds. Nos encantan sus bolsas de viaje hechas a mano. Y este modelo con estampado tropical, nos vuelve locas.
  4. Maleta de flores Pepe Jeans. Otro tipo equipaje muy práctico y bonitista.
  5. Macuto kilim. Se nos va un poco de precio, pero está hecha a mano y es taan bonita que no podíamos dejarla fuera.

Y hasta aquí nuestra selección de maletas bonitas. Y vosotros, ¿conocéis alguna marca más?

¡Qué empecéis bien la semana!

Bonitistas viajeras: la Costa Brava (pero con un bebé)

Está claro que una de las mejores cosas de la vida es viajar (al menos para las bonitistas). Pero cuando eres mami sabes que lo de viajar (y alguna que otra cosilla más) va a cambiar un poco, al menos al principio. Pero lo que yo sí que sabía seguro, es que no iba a desaparecer.

Por eso, para nuestra primera escapada familiar buscamos un destino atractivo, que aún no conociéramos y que fuera «fácil» para llevar a un bebé. Elegimos la Costa Brava y yo creo que no nos equivocamos. Porque tiene un poco de todo: pueblos con mucho encanto, playas maravillosas, Dalí, se come muy bien… En definitiva, todo lo que necesitas para desconectar durante una semana y recargar las pilas a tope, con niños o sin ellos.

Os dejamos nuestra ruta por si os animáis a hacerla:

  • Día 1: Gerona y Rosas. Nada como pasar el día callejeando por Gerona. Ver las casas de colores del río Onyar, su catedral, su judería…

Y terminarlo en Rosas, caminando por su paseo marítimo al atardecer.

  • Día 2: Ruinas de Ampurias. Una visita bonita y que se puede hacer en un par de horas, para ver restos griegos y romanos de lo que en otros tiempos fue una gran ciudad. Además, luego se puede llegar andando (incluso con carro) hasta la playa.

Ruinas de Ampurias, Costa Brava

  • Día 3: Figueras y Cadaqués. Si os interesa el arte, la visita al Teatro-Museo Dalí en Figueras, es más que recomendada. Eso sí, el museo tiene varias plantas y no se puede ir con carro, así que si el niño aún no anda, toca llevarlo en brazos. Aún así, nosotros salimos encantados de allí.

No muy lejos está Cadaqués, un pueblecito pesquero con muchísimo encanto y que merece la pena ver. Nos quedamos con ganas de llegar hasta el Cap de Creus, pero no nos dio tiempo. Nos queda pendiente para la próxima.

Día 4: Monells, Pals y Peratallada. Tres pueblos medievales que no os podéis perder. Parecen sacados de un cuento y como son muy pequeños, se visitan en un rato.

Monells

Monells

Pals

Peratallada

Peratallada, Costa Brava

  • Día 4: Begur y cala Sa Tuna. Otro sitio que nos habían recomendado y que nos gustó mucho era Begur. Lo mejor de allí, pasear por sus calles, subir hasta su castillo y disfrutar de sus vistazas.

Begur, Costa Brava

Y por supuesto, terminar de pasar el día en alguna de sus maravillosas calas, por ejemplo, cala Sa Tuna (y si no os diluvia como a nosotros, muchísimo mejor, jeje).

  • Día 5: Aiguablava. Otra preciosa playa de Begur que merece mucho la pena conocer.

  • Día 6: Tamariu y Calella de Palafrugell. Dos pueblecitos pesqueros con unas playazas, perfectas para pasar el día en ellas.

Tamariu

Calella de Palafrugell

  • Día 7: Playa de Castell, Palamós. Está considerada la última playa virgen de toda la Costa Brava y, aunque virgen virgen no es, que ya tiene un par de chiringuitos, la verdad que es una pasada.

Y hasta aquí nuestra ruta por la Costa Brava. Esperamos que os guste tanto como nos ha encantado a nosotros. Es un lugar más que recomendable para ir con niños (o sin ellos) y al que nosotros, probablemente, volveremos.

¡Feliz lunes!