Bonitistas viajeras: la Costa Brava (pero con un bebé)

Está claro que una de las mejores cosas de la vida es viajar (al menos para las bonitistas). Pero cuando eres mami sabes que lo de viajar (y alguna que otra cosilla más) va a cambiar un poco, al menos al principio. Pero lo que yo sí que sabía seguro, es que no iba a desaparecer.

Por eso, para nuestra primera escapada familiar buscamos un destino atractivo, que aún no conociéramos y que fuera «fácil» para llevar a un bebé. Elegimos la Costa Brava y yo creo que no nos equivocamos. Porque tiene un poco de todo: pueblos con mucho encanto, playas maravillosas, Dalí, se come muy bien… En definitiva, todo lo que necesitas para desconectar durante una semana y recargar las pilas a tope, con niños o sin ellos.

Os dejamos nuestra ruta por si os animáis a hacerla:

  • Día 1: Gerona y Rosas. Nada como pasar el día callejeando por Gerona. Ver las casas de colores del río Onyar, su catedral, su judería…

Y terminarlo en Rosas, caminando por su paseo marítimo al atardecer.

  • Día 2: Ruinas de Ampurias. Una visita bonita y que se puede hacer en un par de horas, para ver restos griegos y romanos de lo que en otros tiempos fue una gran ciudad. Además, luego se puede llegar andando (incluso con carro) hasta la playa.

Ruinas de Ampurias, Costa Brava

  • Día 3: Figueras y Cadaqués. Si os interesa el arte, la visita al Teatro-Museo Dalí en Figueras, es más que recomendada. Eso sí, el museo tiene varias plantas y no se puede ir con carro, así que si el niño aún no anda, toca llevarlo en brazos. Aún así, nosotros salimos encantados de allí.

No muy lejos está Cadaqués, un pueblecito pesquero con muchísimo encanto y que merece la pena ver. Nos quedamos con ganas de llegar hasta el Cap de Creus, pero no nos dio tiempo. Nos queda pendiente para la próxima.

Día 4: Monells, Pals y Peratallada. Tres pueblos medievales que no os podéis perder. Parecen sacados de un cuento y como son muy pequeños, se visitan en un rato.

Monells

Monells

Pals

Peratallada

Peratallada, Costa Brava

  • Día 4: Begur y cala Sa Tuna. Otro sitio que nos habían recomendado y que nos gustó mucho era Begur. Lo mejor de allí, pasear por sus calles, subir hasta su castillo y disfrutar de sus vistazas.

Begur, Costa Brava

Y por supuesto, terminar de pasar el día en alguna de sus maravillosas calas, por ejemplo, cala Sa Tuna (y si no os diluvia como a nosotros, muchísimo mejor, jeje).

  • Día 5: Aiguablava. Otra preciosa playa de Begur que merece mucho la pena conocer.

  • Día 6: Tamariu y Calella de Palafrugell. Dos pueblecitos pesqueros con unas playazas, perfectas para pasar el día en ellas.

Tamariu

Calella de Palafrugell

  • Día 7: Playa de Castell, Palamós. Está considerada la última playa virgen de toda la Costa Brava y, aunque virgen virgen no es, que ya tiene un par de chiringuitos, la verdad que es una pasada.

Y hasta aquí nuestra ruta por la Costa Brava. Esperamos que os guste tanto como nos ha encantado a nosotros. Es un lugar más que recomendable para ir con niños (o sin ellos) y al que nosotros, probablemente, volveremos.

¡Feliz lunes!

Ilustraciones y música para viajar a París

París es siempre una buena idea. Si a eso le sumas que Patri, nuestra amiga parisina también es siempre una buena idea, el éxito está asegurado. Es un plan sin fisuras, que diría Torrente. Esta tarde un tercio bonitista vuela hacia París con muchas ganas de risas, vino y en vez de rosas, crepes de Nutella.

Y no para daros envidia, sino para contagiaros nuestras ganas de París, hemos elegido unas ilustraciones muy bonitistas para hablar de algunas de las cosas que más nos gustan de la ciudad.

La vida y las micro-historias que hay en sus calles. En cualquier esquina, hay algo a punto de suceder. Serán demasiados visionados de Amelie, pero París tiene ese «je ne sais quoi» del que no puedes huir y sólo quieres formar parte de sea lo que sea que esté sucediendo. (Ilustración de Lissy Marlin).

Sus edificios son únicos y provocadores de torticulis. Son un escenario pensado para mirar una y otra vez y no cansarte jamás. Observarlos y pensar que quizá, por qué no, tú eres una vecina más. (Ilustración de Alicia Varela)

Calles y edificios dan paso a encantadores cafés, donde los protagonistas de esta película parisina que nos estamos montando, reflexionan, se enamoran, se separan y leen a Jean Paul Sartre. Quizá no es así y simplemente como unos mortales más hablan del Gran Hermano francés, de cómo quedó el día anterior el Paris Saint Germain o de cómo se dispara el precio de la luz. Oh, la la. Pero como es nuestra película y nos gusta más la primera opción. (Ilustración de Ana Varela)

¿Y qué es una película sin banda sonora? Como estamos enganchadísimas a nuestra faceta de djs, le hemos puesto música con acento francés y la hemos convertido en una lista de Spotify, que suena así de bien.

Puedes seguir la lista haciendo click aquí.

¡À bientôt, bonitistas!

Recetas inglesas para comer «like a queen»

Hello friends! Este finde lo he pasado en Londres, en una escapada fugaz donde volver a enamorarme de la ciudad, disfrutar de la música de uno de mis grupos favoritos: Wilco, y estar rodeada de amigos bonitos. Esta mal que lo diga yo, pero…¡vaya planazo! Como ya tengo bastante pateada la ciudad, estos días han sido para vivir Londres «like a local». Y sí hay algo de la vida local que no había trabajado mucho: la comida de pub. Probablemente la comida inglesa no esté en la lista de favoritos de nadie, pero quizá es porque es una gran desconocida. La oferta gastronómica de Londres es tan amplia y tan cosmopolita, que nos olvidamos de los básicos más locales. Así que con el estómago contento y agradecido, hemos decidido dedicarle un repaso en este post con recetas inglesas para comer like a queen (lo de brindar con ginebra o té depende de ti).

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Fish & Chips / Toad in a hole / Stew / Banger and Mash

Cuando estudiamos inglés, el fish&chips es uno de los únicos platos que recordamos después de la ESO. Si has ido a Londres y te has contentado con el fish&chips callejero, piiiii, error! Hay que tomarse un tiempo, sentarse en un pub y tomarlo a la mesa. Yo lo hice en The Hawley Arms, un pub de Candem, donde la amiga Amy Winehouse iba a tomarse sus cañas, y la experiencia fue totalmente distinta. En el menú de pubs también podemos encontrar otros «Must» de la cocina británica como Toad in a hole (literalmente un sapo en el agujero) que es una especie de papel de salchichas, los stews que son estofados de carne y las Banger and mash que son salchichas con puré de patata (otro clásico en muchos de los platos).

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Shepherd Pie Vegano / Cottage Pie / Venison Pie / Mash-topped beef and Guinness Pie / Fish & Cheese Pie 

Hay otro gran clásico que siempre encontraremos en un menú inglés: los famosos pie, en español: pasteles. Hemos elegido cinco ejemplos para todos los gustos, incluyendo vegetarianos y de pescado, que no sólo de carne vive el hombre. Si curioseáis en los enlaces, veréis que muchas de las recetas son de Jamie Oliver y es que nadie mejor para hablar de recetas inglesas, que uno de sus mejores chefs de todos los tiempos. Además, su web es una de nuestras favoritas, donde podríamos pasarnos horas y horas.

Por su comida o simplemente por pasear mirando embobada cada edificio, Londres siempre será un buen plan.

Happy martes!

El Burning Man no me ha cambiado la vida

Aviso a navegantes: este post es totalmente egocéntrico y puede que por momentos un poco intensito. Ya os conté hace unos días mi paso por San Francisco camino al Burning Man. Al final, apenas pude ver Lombard Street, subir unas cuantas cuestas y comer en un chino fabuloso y riquísimo. Así que SanFran, tenemos algo pendiente.

Antes de conocer el Burning Man tenía en mi cabeza una imagen del tipo bacanal de El Bosco actualizada con drogas, sexo y alcohol. Pensaba que sobrevivir una semana en el desierto llena de polvo, entre el sol y las tormentas de arena era una hazaña digna del último superviviente. Estaba totalmente equivocada. El Burning Man es lo que tú quieras que sea y no sobrevives: vives.

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Durante una semana te mudas a una ciudad totalmente nueva, distinta a cualquier otra ciudad, pero con mucho en común. Sigues teniendo plazas, calles y vehículos, pero la mayoría son de dos ruedas y están llenos de imaginación y luces, muchas luces. Los vehículos más grandes, los mutantes, son una oda a la creatividad, donde no hay límites. No sabes lo que es subirte a un coche, hasta que te tiras por un tobogán dentro de una oveja.

En esta ciudad hay dos leyes universales que reinan sobre todo lo demás: la libertad y el respeto. Puedes ser quién seas, hacer lo que quieras, nadie te va a juzgar. Así que vuelves a ser un niño, sin miedo, sin vergüenza, llenándote de abrazos y cubriéndote de polvo a cada paso. Sintiéndote una habitante feliz que no puede tener los ojos más abiertos.

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Hay tantos Burning Man como personas lo visitan. Puedes vivirlo de día, de noche, o ambos si el cuerpo te lo permite. Madrugar para ver el amanecer o esperarlo bailando. Repetir la operación con el atardecer. Pero, aunque cada cual debe encontrar la suya, hay una clave universal para disfrutar de esta ciudad: estar abierto a lo que te puede dar. Abrir las puertas y esperar a ver qué pasa. Es el momento de reconciliarse con la humanidad y hasta un poco con uno mismo. Mirarse hacia dentro y ver que todo está en orden. Y si no lo está, saber por donde empezar a ordenarlo.

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Pero esta ciudad es efímera. Se acaba. Y esto es uno de los grandes aprendizajes del Burning Man. Ser capaces de disfrutar del viaje y aceptar que siempre hay un final. El Burning Man no me ha cambiado la vida, pero sí la forma de mirarla.

Feliz jueves and happy burn!

Lo que no veré de San Francisco (o sí)

Mientras tú estás ahí sentado en tu ordenador, postergando esa tarea tediosa para más tarde; o intentando no dormirte en el metro, yo (y ahora te voy a dar envidia), estoy en San Francisco, Sanfran para los más cools del barrio. Aún no tengo tanta confianza, así que le seguiré llamando San Francisco. Pero, no te puedo dar toda la envidia que me gustaría, malvada que es una, porque tengo muy pocas horas para disfrutar de la ciudad. Vale, sé que os puede el cotilleo. Diréis, si estás en San Francisco, que eso son como 10.000 kilómetros lejos de tu casa, ¿por qué no vas a disfrutar de la ciudad? Estoy en San Francisco como una parada casi técnica más de la madre de todos los teambuildings. De hecho, cuando leas este post, llevaré casi 10 días en los «estates», habré sobrevivido a una semana en el desierto y varias tormentas de arena y tendré el pelo hecho un asquete.

BurningMan

El regalo de la cena de navidad ha llegado en agosto y hemos viajado toda mi empresa al Burning Man. Y dirás tú, Burning what?. Burning Man, una celebración que desde hace más de 30 años se celebra en el desierto de Nevada, creando una ciudad temporal basada en la economía de la generosidad. El dinero ya no vale y lo que cuentan son las relaciones humanas, la autoexpresión, el arte, la creatividad y el ser lo que quieras ser. Sí, y también un poquito de fiesta. Es una historia larga que daría para un blog entero, así que si quieres saber más, puedes ver la web del viaje y quedarte un poquito locuelo.

Al grano, que estoy en San Francisco y en un ataque de masoquismo, os voy a enseñar 5 cosas que probablemente no veré en San Francisco (aunque lo intentaré) y por las que merecerá la pena volver a cruzar el charco.

Imaginarme que vivo en una de las Painted ladies.

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Claro, que por lo de Painted Ladies no la habéis reconocido. Pero si os hablo de la casa donde vivía la familia de Padres Forzosos, ya sabéis de lo que hablamos. Alamo Square es el barrio, donde estas bonitas casas victorianas colorean la ciudad de tonos pasteles (fan), con un estupendo parque delante donde hacer un picnic y comer maravillas americanas.

Perderme en Chinatown

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Hacerme muchas fotos con el Golden Gate

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Bajar corriendo Lombord Street

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A la vuelta os contaré si el tiempo me permitió disfrutar de San Francisco y rescatar algún bonitismo para otro post. Es genial volver a estar con vosotros.